Día de los Derechos Humanos en el EPM: recorrido, baldosas y música

12-12-2023 | El EPM celebró el Día de los Derechos Humanos el lunes 11 de diciembre. Hubo un recorrido guiado abierto, dos murgas y una nueva colocación de baldosas por la memoria. Hubo una marcada precencias de los nietos y nietas de las personas desaparecidas; y también del emergente organismo de derechos humanos, Nietes, que se suma al EPM.

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de Naciones Unidas —reunida en París— adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por eso, el 11 de diciembre se celebró el Día de los Derechos Humanos en el EPM con distintas actividades: un recorrido abierto a todo público guiado por sobrevivientes, toque en vivo de las murgas La batahola y La buena moza, y la colocación de cinco Baldosas por la Memoria.

El proyecto de Baldosas por la Memoria inició en 2020 y tiene como objetivo crear un mar de memoria en la explanada del EPM con los nombres de las personas desaparecidas o asesinadas por la represión, antes y durante la dictadura, de y en Mendoza. En esta ocasión, los nombres escogidos para agregar son los de familiares de personas que construyen día a día el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2. Sus historias de vida fueron leídas por nietos y nietas:

Rafael Carlos Espeche Díaz

Carlos Espeche

Carlos nació el 3 de enero de 1947 en la Ciudad de Córdoba. Creció en Guaymallén, Mendoza, con su padre, Rafael, y su madre —portuguesa—, Laura Díaz; también con su hermana, Laura, y su hermano, Alberto (Coco). Carlos era el más chico. A él no le gustaba el fútbol y soñaba con unir la fe cristiana con la actividad política en pos de un mundo mejor para las mayorías.

Fue a la escuela Guillermo Cano en la primaria y al Colegio Nacional Agustín Álvarez en la secundaria. En 1965 comenzó la carrera de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) y se recibió en 1972. Desde 1968, aún como estudiante, comenzó labores docentes en la cátedra de Anatomía, donde se desempeñó hasta que debió irse de la provincia, huyendo de la represión, en 1975. También fue jefe de residentes en el Hospital Central de Mendoza.

Se casó en 1972 con su pareja de juventud: Mercedes Salvadora Eva Vega, también médica recibida en la UNCuyo. Según datos de sus legajos universitarios (reparados y entregados a la familia en mayo de 2023), Carlos debió ser docente de Mecha en primer año. 

Tuvieron dos hijos: Ernesto en 1973 y Mariano en 1975. Vivieron en Guaymallén primero y en Las Heras después. Militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Se asentaron en el barrio Espejo de Las Heras, con el fin de tener allí participación comunitaria, donde se hicieron cargo del centro de salud 18 —que hoy lleva sus nombres— y se ocuparon de los problemas epidemiológicos derivados del servicio de agua proveído de tanque.

También militaron, antes, en el barrio San Martín, del oeste de la Ciudad de Mendoza, zona de basural reconstruida como barrio de la mano del sacerdote jesuita y tercermundista José María “Macuca” Llorens. 

En 1975, Carlos debió pasar a la clandestinidad, desde donde fue conocido como “Martín”. Acordó con su compañera tramitar la separación como medida de seguridad. Él se iría a Tucumán y ella seguiría la militancia de superficie y el cuidado de sus hijos. Mercedes fue secuestrada de su casa en junio de 1976 y permanece desaparecida. 

El 4 de abril de 1976, Carlos ya estaba en un campamento del PRT-ERP en la zona de Monteros, Tucumán. Esa noche iba en camino al pueblo de Santa Lucía, junto a un compañero y una compañera, en busca de remedios, alimentos y contacto con vecinos y vecinas aliadas. Dos grupos de tareas los interceptaron. En el primero cayó el compañero, Mariano; en el segundo cayó Carlos. La compañera Mirta —a quien conocían como “Susana”— intentó que siguiera camino con ella, pero los disparos fueron letales.

En el año 2014, restos de su cuerpo, recuperados por el Colectivo de Arqueología Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT), dieron positivo en el cotejo de ADN que hizo el Equipo Argentino de Antropología Forense con las muestras de Ernesto y Mariano Espeche. Así, los restos de Carlos fueron identificados en el llamado Pozo de Vargas, en Tafí Viejo, Tucumán.
Carlos tiene 3 nietos y dos nietas.

Carlos tenía 29 años.

Mercedes Salvadora Eva Vega

Mercedes nació el 15 de enero de 1948 en Mendoza. Su familia, históricamente instalada en la Cuarta Sección de la Ciudad de Mendoza, estaba compuesta por su madre, María Faliti; su papá, Mateo “Juan” Vega, y sus hermanos, Juan Carlos, Elina (Negrita) y Eduardo. Su nombre, Mercedes Salvadora Eva, fue elección de su padre, peronista y militante sindical de Agua y Energía.

“Mecha” o “Mechita”, como le decían, realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio San Pedro Nolasco, donde se recibió de maestra 1965. Luego comenzó a trabajar en la peluquería de su madre, ubicada en la casa familiar. En 1968, cuando tenía veinte años, ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo y en septiembre de 1974 obtuvo el título de médica.

Mercedes conoció a Carlos Espeche en su juventud. Él también estudió medicina. Según sus legajos universitarios reparados, en 1968 él era tutor de una materia de primer año y ella ingresó ese año, por lo que se deduce que tuvieron una relación de estudiante-docente. 

Se casaron el 5 de febrero de 1972 y tuvieron dos hijos: Ernesto en 1973 y Mariano en 1975. Cuenta Ernesto que “en la Facultad de Medicina compartieron la militancia. Allí era fuerte el PRT, al que pertenecían”. Mercedes y Carlos también compartieron militancia en el barrio San Martín de la Ciudad de Mendoza, junto al sacerdote jesuita tercermundista José María “Macuca” Llorens, quien realizó el bautismo católico a Ernesto en la “Iglesia de los pobres”. Muchas de las personas que estuvieron en ese grupo barrial —incluida Mercedes— fueron víctimas de la represión dictatorial en el llamado “Operativo antijesuíta”.

Mecha trabajó como médica en los hospitales Lencinas y Lagomaggiore. En 1974, la familia se mudó al barrio General Espejo, en Las Heras, donde se involucraron activamente con las problemáticas sociales y sanitarias de la zona. “Eran los médicos del centro de salud y vivíamos en la casa de al lado (…) De hecho ellos detectaron que el principal problema de salud del barrio tenía que ver con la contaminación del agua del tanque que proveía a la zona: infecciones, hepatitis y algunas enfermedades. Entonces instaron la organización comunitaria para lograr las obras de tendido de agua potable en el barrio.” El centro de salud n.° 18 hoy lleva sus nombres.

En 1975 el matrimonio decidió distanciarse como medida de seguridad ante la persecución e inteligencia de las que ya eran víctimas. El 7 de junio de 1976, Mecha fue secuestrada en su domicilio, de calle Ituzaingó de Ciudad, donde se encontraba con sus dos hijos, su madre y su hermano menor. Entraron y se llevaron a Mercedes con ropa de dormir, sin documentos, al grito de “no los vas a necesitar a donde te llevamos”. La metieron a un auto que Eduardo intentó perseguir, pero fue nuevamente embestido por la patota. No se supo nada más de ella. Carlos había iniciado, un año antes, un itinerario en la clandestinidad que lo llevó primero a Buenos Aires y luego a Tucumán, donde fue asesinado el 4 de abril de 1976 (sus restos fueron hallados en noviembre de 2014, en el Pozo de Vargas, Tucumán). 

Mercedes tenía 28 años.

Adriana Irene Bonoldi

Adriana nació el 10 de diciembre de 1953 en la localidad de San José, del departamento de Guaymallén, Mendoza. Creció en la zona de La Escorihuela, en Godoy Cruz, junto a su hermano, Nino, y su hermana, Dede. Tenía un especial talento musical, que le compartió su padre pianista, “El Biyi”. Su hermoso pelo era como el de Angelita, su madre, a la que casi no alcanzó a conocer porque murió prematuramente.

Cursó la primaria en la escuela Martínez de Rozas, donde compartió canto con Ana María Moral, víctima del terrorismo de Estado en abril de 1977. 

Adriana cursó la secundaria en el colegio del Magisterio de la UNCuyo, donde se recibió de maestra. Nino la describe como afectiva, brillante, con un enorme compromiso ético, espontánea, hermosa; una persona luminosa dotada para todo aquello que quisiera hacer. Adriana estudió piano en la Escuela de Música de la UNCuyo, tocaba la guitarra y cantaba. 

Dede recuerda que su vida —repleta de amores y desamores—  se transformó cuando, luego de muchos años de amistad, se enamoró de Marcelo Carrera. Se casaron el 15 de octubre de 1976 y militaron en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). “Puedo recordarlos felices, compartiendo la vida y la militancia como si todo fuera eterno. Aun en esos tiempos, de terrorismo de Estado, ese pacto fue incorruptible”. Colaboraban con la construcción de viviendas en la zona de La Estanzuela. Compartían militancia con la hermana de Marcelo, Mariú, y el esposo de ella, Rubén Bravo, quien también fue desaparecido.

Según sus compañeros y compañeras de militancia, la “Colo” era linda, muy atractiva, además de una pianista brillante. El Aula Magna de la Escuela de Música de la Universidad de Cuyo lleva su nombre. Una alumna de primaria la recuerda con “una sonrisa que llenaba el alma y un enorme encanto. Informal, juvenil, bonita, llegaba con su morral tejido con flores, sus zapatillas y sus jeans y lograba entusiasmar con la música a sus pequeños alumnos y alumnas”, que recuerdan “su juventud, su mirada diáfana, su alegría desbordante, el amor por la vida, el folclore, la música y su patria. Cantamos, en aquel último año de la primaria, ‘Y rasguña las piedras…’”, contó María Ester Correa.

El 1 de diciembre de 1976, luego de ese acto escolar, Adriana fue secuestrada en la calle, en Godoy Cruz. Estaba embarazada de poco más de dos meses. Días antes, había sido secuestrado y desaparecido Marcelo. Su hijo o hija debió nacer en cautiverio.  

Adriana tenía 23 años.

Marcelo Guillermo Carrera Jáuregui

Marcelo nació el 3 de noviembre de 1955 en la Ciudad de Mendoza. Creció en su ciudad natal, con su madre, Ester, su padre, Guillermo, y su hermana mayor, María del Rosario —conocida como Mariú—. Ella recuerda que vivieron en una casa antigua, muy grande, donde “teníamos perros, gatos, una paloma, árboles, un horno… Era una casa siempre llena de chicos”

Marcelo era travieso, juguetón, buen deportista. Jugaba al rugby en el Mendoza Rugby Club; antes hizo natación en Regatas. También tenía interés en el arte: le gustaba el folclore, tocaba la guitarra, cantaba. Le gustaba mucho la música. 

Dice Mariú que era “rebelde, bonito, lúcido, con una enorme capacidad para hacer amigos. Toda la etapa más bella de mi infancia está directamente relacionada con él, fue quizás como el primer hijo que tuve, cuando tenía 5 años, era un muñeco de verdad. Mi relación con él ha sido y seguirá siendo franca, directa, como inseparables desde que nació. Íbamos al cine Astral que era de mi tío Aníbal Gutiérrez. Veíamos… ¡qué sé yo cuántas películas! Después armábamos la historia. La mesa era la carreta donde nos subíamos todos”.

Cursó la primaria en la escuela Videla Correas. La secundaria la hizo en el Colegio Nacional Agustín Álvarez y, luego, en el Instituto Pedagógico del Oeste. 

En 1973, Marcelo viajó a Buenos Aires.  Su cuñado, Rubén Bravo, lo puso en contacto con Sebastián Llorens y Diana Triay, del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Ya en Mendoza, inició su militancia en el entonces en basural ubicado en la actual zona de La Estanzuela, en Godoy Cruz.  

Trabajaba en YPF desde 1974. Según su legajo laboral, reparado en 2013 y entregado a la familia en 2015, el 19 de septiembre de 1975 Marcelo ingresó como Operario Auxiliar de 3.a, en sede de YPF en Godoy Cruz. Su contrato fue rescindido el 1.° de marzo de 1977, por “abandono de trabajo”. 

Estaba en pareja con Adriana Bonoldi, una joven profesora de Música, también militante del PRT. Vivían en la calle Democracia de Godoy Cruz. El 24 de noviembre de 1976, un grupo de tareas lo secuestró de su hogar y no se supo más nada de él. Días antes había sido secuestrado su cuñado y amigo, Rubén. 

Adriana denunció el secuestro y presentó un habeas corpus. Contó que vio que se lo llevaron cuatro hombres con armas largas en un auto oscuro, Falcon, sin chapa. Ella estaba embarazada de poco más de dos meses. El 1 de diciembre, cuando regresaba del acto de fin de curso en la escuela Burgos donde era docente, fue secuestrada y permanece desaparecida. 

Marcelo tenía 21 años.

Juan Humberto Rubén Bravo Zacca

Rubén nació el 17 de marzo de 1950 en Maipú, Mendoza. Creció allí con su mamá, Mabel, y sus hermanos. Desde chico se sumó a las tareas necesarias para el sostenimiento de la familia.

Hizo la primaria en la escuela Padre Vázquez de Maipú, y la secundaria en el Colegio Nacional Agustín Álvarez. Siempre estaba rodeado de amigos y le gustaba mucho jugar al fútbol.

Rubén era actor. Formó parte de numerosos proyectos, integró el elenco municipal, escribió y participó en obras de radioteatro transmitidas en Radio Libertador. Fue el primer  secretario general de la Asociación de Actores delegación Mendoza, en 1975. Dirigía el elenco  “La pulga”, del cual formaba parte su compañera de vida, Mariú Carrera, a quien conoció en 1973. También actuaban Osvaldo Zuin y Raquel Herrera, desaparecido y asesinada —respectivamente— durante la dictadura cívico militar. Ese grupo, luego, se sumaría a la militancia, desde el arte, vinculada con el PRT. Querían hacer llegar el teatro a donde habitualmente no lo hacía, que no fuese una cuestión de “salas” nada más. Eran trabajadores y trabajadoras del teatro. Como grupo teatral, vivieron en una casa conjunta un tiempo y luego se instalaron en la calle Ituzaingó de la Ciudad de Mendoza. A finales de febrero de 1976, se fueron a Buenos Aires unos días a denunciar allí cómo estaba cayendo la represión, desde antes del golpe de Estado, sobre la militancia del PRT.

El 21 de octubre por la noche, Rubén estaba en su casa de calle Corrientes, en la Ciudad de Mendoza.  Allí vivía con su madre, su esposa y su hijo, Nazareno, de 8 meses. Esa noche entró por la fuerza una patota de represores, incluidos agentes policiales del D2 y de la Comisaría 7.a, de la Policía Federal y del Ejército.

Rubén tenía 26 años.

Más fotos del Día de los Derechos Humanos en el EPM

El Operativo Mayo de 1976 en las 10.° Baldosas por la memoria del EPM

06-07-2023 | Se colocaron 11 baldosas en la explanada del Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2 con los nombres de militantes de la Juventud Guevarista y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, víctimas de asesinatos y desapariciones en el operativo de mayo de 1976.

El miércoles 5 de julio se realizó el noveno acto de instalación de baldosas blancas con los nombres, fechas de caída y edades de compañeros y compañeras asesinadas y desaparecidas por el terrorismo de Estado de y en Mendoza. Hasta el momento, se han colocado 84 baldosas. La primera de ellas fue inaugural, en septiembre de 2020, con la inscripción “30000 presentes”.

El Operativo de mayo de 1976 fue la persecución, ejecución, secuestro y desaparición de 22 militantes de la Juventud Guevarista (JG), el Partido Revolucionario de los Trabajadores y el Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). De esas 22 personas, algunas fueron sobrevivientes y han dado testimonio para la reconstrucción del grupo y las caídas. En este acto de colocación de Baldosas por la memoria, recordamos a once: Alberto Bernal, Juan Bernal, Raquel Herrera, Edmundo Beliveau, Virginia Adela Suárez, Héctor Pablo Granic, Hugo Talquenca, Julio Talquenca, Blanca Santamaría, Silvia Campos y Mario Luis Santini.

Las otras víctimas del operativo fueron sobrevivientes: Víctor Sabatini, Nélida Allegrini, Valentín Sabatini, Liliana Tognetti, Graciela Leda, Silvia Schvartzman, Eugenio Paris, Carlos Roca, Raúl Acquaviva, Vivian Acquaviva, Antonio Siro Vignoni, Nicolás Zárate y Jaime Pedraza. Daniel Moyano fue desaparecido, la baldosa con su nombre se colocó con anterioridad.

Las trayectorias de vida

Virginia Adela Suárez Moreno

Virginia Adela Suarez

Nació el 7 de agosto de 1953 en la Ciudad de Mendoza. Era docente y estudiante. Le decían Vivi. Era docente titular en la escuela Serú, de Luzuriaga, Maipú.

Su madre, Haydée Moreno de Suárez, la buscó por décadas de la mano de organismos de derechos humanos. Comenta en el libro Hacerse Cargo: “Puede parecer presuntuoso, pero Vivi era inteligente ciento por ciento. Por eso fue abanderada en el Politécnico Díaz Gastaldi y en el Magisterio. Se recibió de maestra, ejerció y estudió periodismo hasta segundo año. Pero en unas vacaciones le confesó al hermano que quería seguir Ciencias Económicas”.

“Le gustaba ayudar sin mirar cómo vestía la persona, sobre todo a la juventud. Trabajó también con el padre Llorens, ayudaban a la gente a leer y escribir. También era guía y, junto a su hermano Carlos, que era Scout de Murialdo, ayudaron a la gente en el aluvión en el 70. Trabajaban hasta altas horas de la noche, venían, descansaban algo y volvían a juntar alimentos”.

“Tenía grupos de amistades porque trabajaba con los chicos de Carrodilla y del Magisterio. Tenía sus ideas políticas para mejorar la situación de Argentina, veían mucho el problema de los desocupados, de los pobres. Trabajó con el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Era muy elegante, le gustaba vestir bien (…) era alta y todo le sentaba”.

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Su amiga Alicia Rodríguez cuenta que “una vez, allá por el 74, en la casa de la Bertuca, donde todos íbamos a tomar mate con tortitas”, la Vivi le ofreció su amistad. “Yo sentía una gran admiración por ella y que me eligiera para ser su amiga me emocionó. Uno de mis recuerdos más vívidos es durante la toma de la Escuela de Comunicación Colectiva, en la noche. La Vivi, envuelta en un poncho, riéndose de las canciones de Billy Lee Hunt. Tengo también la sensación de verla tranquilizándome cuando yo estaba aterrada por lo que pasaba, por la represión, las torturas y el encarcelamiento. Siempre con esa sonrisa franca y abierta, y esa mirada profunda e inteligente”.

El 13 de mayo, por la madrugada, ingresó una patota de represores por los techos de la casa de la familia, en calle Barraquero de Godoy Cruz. Rompieron el portón, vendaron a Carlos y a su madre, y se llevaron a Virginia. La sacaron de su habitación en camisón. “Gritaba. No pedía que la soltaran, lo ordenaba”, contó su hermano.

Vivi tenía 22 años.

Edmundo Samuel Believeau Sirerol

Edmundo Beliveau

Nació el 9 de agosto de 1956 en la Ciudad de Mendoza. Estudió en la escuela ENET de Maipú, donde conoció a Pablo Granic.

Edmundo huía de la represión previa al golpe del 24 de marzo de 1976 y se hacía llamar Pedro Quinteros. Según su hermano, participaba del “Movimiento de Trabajadores” —posiblemente Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)—. Reconoció los nombres de los hermanos Julio y Hugo Talquenca y de Carlos Roca como amigos del joven.

El 14 de mayo de 1976 a las 2.30 de la madrugada, Edmundo se encontraba alojado en la casa de los Granic cuando fue arrasada por un operativo del Ejército. Los dos jóvenes fueron secuestrados en el marco del operativo que se realizó esas semanas contra militantes de la Juventud Guevarista y el PRT.

La familia se enteró al día siguiente por un joven que avisó que las fuerzas de seguridad lo habían secuestrado. Luego de la desaparición, su padre hizo averiguaciones en la Comisaría Séptima y en el Comando del Ejército, sin tener más noticias de su hijo.

Edmundo tenía 19 años.

Pablo Héctor Granic

Pablo nació el 1 de abril de 1956 en Guaymallén, creció en el seno de una familia numerosa que integraban padre, madre y seis hermanos y hermanas, quienes compartían una vivienda en el barrio Batalla del Pilar de Godoy Cruz.

Según cuenta su hermana Mirta, cuando Pablo terminó el secundario, con el título de Técnico Industrial, se dispuso a la búsqueda de trabajo. Compartían inquietudes de su oficio y formación con Hugo Talquenca. También tuvieron proximidad política cuando ambos se enrolaron en la Juventud Guevarista.

Pablo era “sociable, de carácter tranquilo y muy familiero; le gustaba tomar mate y escuchar música rodeado de amigos”. 

El 14 de mayo de 1976, a las 2.30 de la madrugada, la casa de la familia Granic fue arrasada por un operativo del Ejército. Junto a Pablo estaba alojado un compañero que, según las actuaciones policiales, portaba el documento de Pedro Rafael Quinteros, pero se trataba de Edmundo Beliveau. Ambos fueron secuestrados y no se supo nada más de ellos.

Pablo tenía 20 años.

Hugo Alfredo Talquenca Sabatini

Hugo Talquenca

Nació el 6 de mayo de 1955 en Maipú. Vivía en una modesta vivienda de Gutiérrez con su madre, su padre, su hermana —Patricia— y su hermano mayor —Julio Félix—. Don Hugo Talquenca, el padre, se dedicaba a la albañilería acompañado por Julio y, eventualmente, por Hugo.

Hugo Alfredo cursó desde 1973 la especialidad de Maestro mayor de obras en la ENET Nº 5 de Mendoza. Luego siguió en la escuela Pablo Nogués. Trabajó en la bodega Furlotti. Según su propia familia, Hugo tenía militancia política. Patricia precisó que “tenía ideas socialistas (…) pretendía la igualdad entre todos”.

El joven tenía una relación fluida con los hermanos Alberto y José Bustamante, militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que vivían en la zona. También se relacionaba con Héctor Pablo Granic y Virginia Adela Suárez. Compartían la militancia en la Juventud Guevarista, vinculada al PRT.

Según testimonios de vecinos y vecinas, y compañeros y compañeras de estudios que declararon en el segundo juicio por delitos de lesa humanidad, los Talquenca eran muchachos sencillos, de trabajo, muy sociables, que compartían las actividades vecinales y eran aficionados a jugar al fútbol.

En el marco del operativo de mayo de 1976 contra militantes de la Juventud Guevarista, el día 14, Hugo fue secuestrado junto a su hermano, Julio. Una patota del Ejército, en un gran despliegue de hombres armados, se los llevó de su domicilio de la calle Julio A. Roca, de Gutiérrez, en horas de la noche, sin que se les permitiera siquiera vestirse.

Hugo tenía 21 años.

Julio Félix Talquenca Sabatini

Félix Talquenca

Nació el 9 de julio de 1952 en Mendoza. Cursó la primaria en la escuela Juan Eugenio Serú y la secundaria en la ENET Emilio Civit. Era maestro mayor de obras en la construcción y obrero en una Compañía Química. Cuando lo secuestraron estaba a punto de casarse.

Vivía en la modesta casa familiar, en Gutiérrez, con su madre, su padre, su hermana Patricia y su hermano menor, Hugo. Se dedicaba a la albañilería junto a su padre, don Hugo Talquenca, y, eventualmente, su hermano.

Según su propio padre, “Julio no era político”, pero transitaba espacios y amistades junto a su hermano, Hugo, vinculado a la militancia guevarista.

El 14 de mayo de 1976, en el marco del operativo contra la Juventud Guevarista y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), fue secuestrado de su hogar, junto a su hermano. Una patota de agentes del Ejército, numerosa y fuertemente armada, se los llevó en horas de la noche.

Julio tenía 23 años.

Blanca Graciela Santamaría Calderón

Blanca Graciela Santamaría

Nació el 23 de mayo de 1952 en la Ciudad de Mendoza. Hizo los estudios secundarios en el Colegio Universitario Central (CUC) y cursaba el 5.º año de la carrera de Artes Plásticas en la UNCuyo. Participaba en el PRT-ERP, donde la conocían como “Marcela”. Reemplazó a Fátima Llorens como responsable de una célula del partido cuando esta fue detenida”.

Cuenta Mariú Carrera: “Nos veíamos con frecuencia, siempre con trabajos a determinar, alrededor de la Asociación de Actores de Mendoza. Blanca Graciela era nuestra responsable política al momento de su secuestro. Es una compañera muy querida, comprometida, rigurosa para cumplimentar con el estudio, la proyección y la reflexión. La recordamos con calma y respeto. Era artista plástica”.

Blanca fue secuestrada el 15 de mayo a las 2 de la mañana, en su casa del barrio Unimev. Estaba convaleciente de bronquitis, se la llevaron enferma. Más de veinte hombres armados —algunos de civil y otros con uniforme militar—, con peluca, radiotransmisores y distintos accesorios ingresaron violentamente a la vivienda. Algunos treparon por las paredes de casas vecinas. Amordazaron al padre y encerraron a la madre y a los hermanos en el baño.

Héctor Toledo, un vecino, declaró que arribaron varios vehículos y en uno subieron a Blanca. Se la llevaron en camisón y desde entonces está desaparecida. Su hermana, Florencia, había sido secuestrada antes y estaba en la cárcel de Devoto. Allí su madre le contó todo. Cuando fue el operativo, en la casa había un compañero de Blanca —Osvaldo Zuin—, quien logró escapar. Su novio, Claudio Sarrode, había caído  antes.

Blanca tenía 23 años.

María Silvia Campos Catania

Silvia Campos

Silvia nació el 26 de febrero de 1953 en la Ciudad de Mendoza. Estudiaba medicina en la Universidad Nacional de Cuyo y militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

La noche de su desaparición, el 15 de mayo de 1976, Silvia Campos estaba con Frida Angélica Capatto, su compañera y amiga. Alrededor de quince personas armadas ingresaron a su casa de calle Pedernera, en San José, Guaymallén. La patota tenía pantalones azules y borceguíes, arribaron en distintos autos. Uno de ellos tenía un pasamontaña grueso. Redujeron a su papá y a su mamá, mientras que a Capatto la encapucharon con la funda de una almohada.

Antonia Adriana Campos, hermana de Silvia, también fue secuestrada por el terrorismo de Estado y desaparecida, junto a su esposo Antonio Alcaraz. Cayeron en el marco del Operativo Escoba contra militantes del PCML junto a su hijo, Martín, quien estuvo retenido en el D2 y fue devuelto a los abuelos.

Silvia tenía 23 años.

Mario Luis Santini Jofré

Mario Santini

Nació el 22 de marzo de 1956 en Guaymallén. Cursó la primaria en la escuela Mariano Moreno y estaba en cuarto año de electromecánica de la secundaria en el colegio Pablo Nogués.

Era empleado en la municipalidad de Las Heras, donde trabajó hasta el 24 de marzo de 1976, el día del golpe de Estado, momento a partir del cual su contrato no fue renovado. Mario militaba en la Juventud Guevarista, vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Era amigo y compañero de estudios de varias otras víctimas del operativo contra militantes de esos espacios que desataron las fuerzas de seguridad en mayo de 1976.

El 16 de mayo de 1976, Mario estaba en su casa, de la calle Balcarce de Las Heras, junto a su madre, Julia Jofré. A las 3 de la madrugada se desplegó un operativo. La patota de represores entró a la casa, fueron a su pieza y lo tiraron al suelo, le ataron las manos y los pies, le taparon los ojos y lo amordazaron con algodón y tela adhesiva. A Julia le vendaron los ojos y la maniataron. Cuando ella ya sintió silencio, logró liberarse y empezó a llamar a su hijo, pero él ya no estaba. Le contó un vecino que a Mario lo sacaron en ropa interior, sin zapatos, con los ojos vendados y con las manos atadas atrás. Los represores también robaron objetos.

Mario Luis tenía 20 años.

Juan Vicente Bernal

Juan Bernal

Nació el 25 de junio de 1953. Su padre era español y su madre sanjuanina, tenía 5 hermanos y 6 hermanas, eran 12 en total. Estudió en el Colegio San Buenaventura, él y su hermano Alberto, siempre invitaban a sus compañeros de escuela a su casa, quienes se sumaban a la cotidianeidad de su numerosa familia. Era empleado municipal. 

Cuenta Alejandra, su hermana:  “al Juan le gustaba y era muy bueno en carpintería.

Cuando le tocó el servicio militar, casi todos los compañeros de su clase tenían estudios. Él esperó su turno y, cuando le preguntaron a qué se dedicaba, dijo que era carpintero… Fue su mejor respuesta porque podía estar arreglando techos y dormían la siesta con los otros compañeros que estaban con él”.

Juan conoció a Raquel Herrera y se casaron el martes 13 de mayo. Ese día fue la prensa a cubrir el casamiento, nadie se casaba un martes 13. Esperaban un hijo o hija, ella estaba embarazada de 3 meses. Vivían en la Finca Sanzone ubicada en ruta Panamericana de Godoy Cruz. Militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

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El 28 de mayo de 1976, alrededor de las tres de la madrugada, un operativo de las fuerzas represivas atacó la finca donde vivían. Actuó una gran cantidad de personal de la Brigada de Infantería de Montaña VIII y policías de la Seccional Séptima de Godoy Cruz, fuertemente armados y en varios vehículos. La patota tiró una granada dentro de la casa, así asesinaron a Juan y Raquel. La casa fue destruida y saqueada. Al otro día, Alberto fue secuestrado cuando llegaba allí, no se supo más de él.

Los cuerpos de Juan Vicente y Raquel fueron llevados a la morgue provincial y de allí al Cuadro 33 del Cementerio de la Ciudad de Mendoza. Sus cuerpos fueron recuperados por las familias después del retorno de la democracia. 

Juan tenía 22 años.

Felipa Raquel Herrera

Raquel Herrera

Raquel nació el 27 de mayo de 1947.

Era actriz. Integró el grupo de teatro La Pulga junto a Mariú Carrera, Rubén Bravo, Osvaldo Zuin. Realizaban tareas en el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS). El grupo era responsable de la reciente conformación de la Asociación de Actores de Mendoza, de la cual Rubén Bravo fue el primer secretario general.

Conoció a Juan Bernal, se casaron y vivían en la Finca Sanzone ubicada en ruta Panamericana de Godoy Cruz. Compartían militancia vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). 

El 28 de mayo de 1976, alrededor de las tres de la madrugada, un operativo de las fuerzas represivas atacó la finca donde vivían. Actuó una gran cantidad de personal de la Brigada de Infantería de Montaña VIII y policías de la Seccional Séptima de Godoy, fuertemente armados y en varios vehículos. La patota tiró una granada dentro de la casa, así asesinaron a Juan y Raquel. Ella estaba embarazada de 3 meses. La casa fue destruida y saqueada. Al otro día, Alberto fue secuestrado cuando llegaba allí, no se supo más de él.

Los cuerpos de Juan Vicente y Raquel fueron llevados a la morgue provincial, y de allí al Cuadro 33 del Cementerio de la Ciudad de Mendoza. Sus cuerpos fueron recuperados por las familias después del retorno de la democracia. Cuenta Mariú Carrera, compañera de militancia y arte de Raquel: “A Raquelita la habían enterrado clandestinamente en el Cuadro 33, pero su familia logró identificarla durante la época de la dictadura, por lo que inició el pedido para que le restituyeran el cuerpo y pudieran sepultarla bien. Hasta que lo consiguieron, pasaron casi 10 años”.

Raquel tenía 26 años.

Alberto Bernal

Alberto Bernal

Nació el 18 de octubre de 1954. Su padre era español y su madre sanjuanina, tenía 5 hermanos y 6 hermanas, eran 12 en total. Se llevaba un año y cuatro meses con su hermano Juan, mucha gente pensaba que eran mellizos, además siempre estaban juntos. Incluso se fue a vivir con él y su pareja: Raquel Herrera. Se quedaba en su casa de lunes a viernes porque trabajaba en una fábrica de conservas cerca de ese domicilio.  Alberto, Juan y Raquel compartían la militancia política en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Alberto era un excelente dibujante y artesano. 

Cuenta su hermana: “El Alberto era tan apacible, tranquilo, siempre consensuaba. Era especialista en hacernos mapas dibujados. Y después empezó a trabajar cosas en cuero… amaba todo lo artesanal. Estuvo trabajando como administrativo en el centro de Salud con mi hermana Cira. Le fue fácil hacerse querer. Con su primer sueldo nos compró regalitos”. 

El 28 de mayo de 1976, alrededor de las tres de la madrugada, un operativo de las fuerzas represivas atacó la finca donde vivían. La casa fue destruida y saqueada. Al otro día, Alberto fue secuestrado cuando llegaba allí, no se supo más de él.

Alberto tenía 21 años.

Dos baldosas en homenaje a dos trabajadores

05-05-2023 | En el marco del 1.° de Mayo, el EPM ex-D2 colocará dos baldosas con los nombres de Héctor Brizuela y Antonio García, dos operarios de la bodega Giol, sindicalistas y militantes del Partido Comunista asesinados en el 76.

Con motivo de conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2 decidió colocar dos Baldosas por la Memoria en homenaje a dos obreros de la industria vitivinícola asesinados en el marco de la última dictadura. Se trata de Héctor Brizuela y Antonio García, operarios de la bodega Giol, sindicalistas y militantes del Partido Comunista. Resistieron ajustes, habilitaron asambleas y denunciaron desmanejos en los fondos de la empresa y fueron víctimas de la represión en octubre de 1976.

El proyecto Baldosas por la Memoria inició en 2020 y se propone crear un mar de memoria en la explanada del EPM ex-D2, con los nombres de cada víctima desaparecida o asesinada de o en Mendoza por el terrorismo estatal antes y durante la última dictadura. La baldosa inaugural se colocó en septiembre de 2020, en el quinto aniversario del Espacio

Héctor Brizuela

Héctor Nicolás Brizuela nació el 8 de diciembre de 1928 en Maipú, Mendoza, donce creció y vivió. Se casó con Georgina Ramona Vuletich y tuvieron una hija, Patricia.

Ingresó a trabajar a la bodega Giol a mediados de la década del 50, junto con su hermano, Modesto, y con Antonio García. Era militante del Partido Comunista y sindicalista. Fue secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas (SOEVA) en Maipú, una localidad con mayoría de trabajadoras y trabajadores rurales, particularmente de viñedos. En ese rol, develó negociados de la empresa y lo cesantearon. Colectivamente, además, resistieron los ajustes. A principios de abril del 72, en el marco de las movilizaciones del Mendozazo, pusieron a disposición el comedor de la bodega para las reuniones de estudiantes, uniones vecinales y gremios que discutían qué hacer con el tarifazo de la boleta de luz. Su esposa lo definió como un hombre “sencillo, trabajador, honesto y pobre”.  

Valerio Castillo Báez, obrero mecánico y militante comunista, lo conoció y recuerda que Héctor y Antonio Cano “eran gente de naturaleza inteligente y con mucha iniciativa, combativos. Entonces se destacaron. Empezaron a actuar en las asambleas que al principio se había naturalizado que podían ser de 50, 60, y que no era poco, pero en relación a la cantidad de obreros sí lo era. Nos planteamos cómo podíamos hacer, y comenzaron a ser de 150, 600, 700 trabajadores. Transformaron al sindicato de SOEVA Maipú en una organización poderosísima. En esa época el sindicato de obreros rurales no llegaba o llegaba muy pobremente al campo. Entonces hicieron reuniones y acuerdos intergremiales para incorporar a todos los obreros de las viñas, que eran miles. Tenían bajos sueldos y no tenían una mutual, ni ningún tipo de protección. Entonces una de las cosas que ellos lograron, que fue muy importante e histórico, es que esos obreros estuvieran organizados, agremiados y tuvieran una mutual en un pueblo de obreros rurales. Y que estos obreros rurales estuvieran ‘en blanco’, en el padrón como Afines del SOEVA”.

Lo secuestraron en su casa, en Maipú, cuatro hombres que dijeron ser de la Policía Federal. Lo asesinaron y lo arrojaron a la calle en Los barriales, Junín, el 18 de octubre de 1976. Al día siguiente, su cuerpo llegó a la morgue del Hospital Perrupato, donde lo rescató la familia. Su esposa recordó que el día de su entierro lo despidió una sentida multitud de obreros que lamentaron la pérdida de aquel comprometido trabajador y compañero.

Tenía 47 años.

Más información: La izquierda diario y El Sol.

Antonio García

Antonio García nació el 16 de febrero de 1926 en Maipú. STuvieron dos hijos y dos hijas: Armando, Lisandro, Víctor y Rosa Del Carmen. A mediados de 1950 ingresó como operario en la bodega Giol, junto con los hermanos Héctor y Modesto Brizuela.

Fue secretario gremial del Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas (SOEVA) de Maipú y militante del Partido Comunista. En el gremio luchaban colectivamente contra los ajustes en la bodega. A principios de abril del 72, en el marco de las movilizaciones del Mendozazo, pusieron a disposición el comedor de la bodega para las reuniones de estudiantes, uniones vecinales y gremios que discutían qué hacer con el tarifazo de la boleta de luz. Según un compañero, era un hombre abierto y daba lugar a los debates.

Valerio Castillo Báez, obrero mecánico y militante comunista, lo conoció y recuerda que Antonio y Héctor Brizuela “eran gente de naturaleza inteligente y con mucha iniciativa, combativos. Entonces se destacaron. Empezaron a actuar en las asambleas que al principio se había naturalizado que podían ser de 50, 60, y que no era poco, pero en relación a la cantidad de obreros sí lo era. Nos planteamos cómo podíamos hacer, y comenzaron a ser de 150, 600, 700 trabajadores. Transformaron al sindicato de SOEVA Maipú en una organización poderosísima. En esa época el sindicato de obreros rurales no llegaba o llegaba muy pobremente al campo. Entonces hicieron reuniones y acuerdos intergremiales para incorporar a todos los obreros de las viñas, que eran miles. Tenían bajos sueldos y no tenían una mutual, ni ningún tipo de protección. Entonces una de las cosas que ellos lograron, que fue muy importante e histórico, es que esos obreros estuvieran organizados, agremiados y tuvieran una mutual en un pueblo de obreros rurales. Y que estos obreros rurales estuvieran ‘en blanco’, en el padrón como Afines del SOEVA”.

El 19 de octubre del 76, una patota de la Policía Federal lo secuestró en su domicilio de la calle Islas Malvinas. Fue asesinado y arrojado al carril San Pedro, en San Martín, Mendoza. Su cuerpo llegó a la morgue del Hospital Perrupato, donde lo rescató la familia.

Tenía 50 años.

Más información: La izquierda diario y El Sol.

Once baldosas por la memoria en clave mundial

14-12-2023 | En contexto de la Copa de Fútbol de Qatar, las baldosas por la memoria en clave mundialista recordaron a las once víctimas que dejó la represión en Mendoza con la excusa de mantener el orden para el Mundial 78.

En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos se realizó la octava colocación de Baldosas por la Memoria. Esta colocación forma parte de un proyecto que busca crear un mar de memoria en la explanada del EPM ex-D2 con los nombres de las personas desaparecidas y/o asesinadas de y en Mendoza en por el plan represivo estatal antes y durante la última dictadura. Esta vez, en el marco de la Copa Mundial de Fútbol de Qatar 2022 se decidió recordar a las once víctimas que fueron blanco de la represión en el marco del Mundial 78.

Margarita Dolz 

*Texto escrito por Carmen y Alejandro Dolz

Margarita nació el 2 de febrero de 1948, en Buenos Aires, donde transcurrió su niñez hasta los once años cuando vino a vivir a Mendoza con nosotros. Era la hija de un hermano de nuestro padre. Desde entonces fuimos una familia con cuatro hijos: Juan Carlos, Carmen, Margarita y Alejandro. Ella era un poco tímida y callada pero nos fuimos integrando con esa naturalidad de los chicos criados en un núcleo de corazón abierto y nos olvidamos de cualquier diferencia que pudiera haber. 

Margarita fue profundizando también nuestros vínculos y demostrando su innata habilidad para las artes plásticas. Terminó la primaria en la escuela Tiburcio Benegas y luego el nivel secundario en la Escuela de Artes donde se nutrió de las herramientas para realizar pinturas, tallados, pirograbados, artesanías que producía —ante nuestra admiración— y solía regalar amorosamente, a veces a pedido de mi madre y nuestro. Ya recibida y aunque no era docente se desempeñó como maestra de Manualidades en algunas escuelas primarias.

La niña tímida se transformaba en una charlatana con un marcado sentido del humor, a veces humor negro muy divertido, segura de sí misma y orgullosa de sus capacidades. Se animaba a hacerlo todo, muy sensible y especialmente solidaria. Muy alegre, excepto cuando recién se despertaba… había que  esperar un rato hasta que floreciera y le pudiéramos hablar.

Conoció a Carlos Castorino, con quien contrajo matrimonio, por vínculos con amistades del Coro Universitario. De esa unión nacieron sus hermosas hijas Natalia y Paulina y la sonrisa de Margarita siguió creciendo mientras embellecía la casa grande en la que vivían. Ese “caserón de Dorrego” era un lugar solidario, acogedor, de encuentros, guitarreadas y también de refugio de compañeros y amigos necesitados. La música también era parte importante de la vida en la casa.

Formó parte del Partido Socialista y luego integró, como adherente, la organización Comunista Poder Obrero (OCPO) compartiendo jornadas sociales y barriales con varios de los compañeros y amigos parte de este operativo de mayo del 78.

El 17 de mayo de 1978, alrededor de las 22 horas, un grupo de hombres de civil irrumpió en su casa. Se la llevaron. Nunca volvió ni tuvimos noticia de su paradero, a pesar de variados e inútiles intentos de búsqueda. Al silencio y miedo de la época se les plegaba la “algarabía” del Mundial en ciernes.

Margarita tenía 30 años; Natalia, 4 y, Paulina, 2 años.

Raúl Gómez Mazzola

Nació el 9 de septiembre de 1952 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Era pequeño cuando su familia se radicó en Mendoza. Su padre, Oscar, era porteño; en cambio su madre, Dalinda Mazzola, era mendocina. Entre estos dos puntos del país transcurrió la corta vida de Raúl.

Cursó en la Escuela Técnica de Maipú, pero, antes de finalizar sus estudios, tuvo un delicado accidente en moto que afectó sus extremidades y resultaba evidente por su especial forma de andar. Después de este trance se mudó a Buenos Aires, donde trabajó como chofer. Periódicamente regresaba a la provincia y en uno de esos viajes conoció a quien sería su esposa: Liliana Millet. 

Entonces regresó a Mendoza y se casaron en 1974. Un año después nació su único hijo, Facundo. Aquí, Raúl se desempeñó como mecánico en Zanettini y finalmente retomó el trabajo de chofer. Desde 1974 —y por dos o tres años— perteneció a la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), pero a la hora de su secuestro estaba alejado de la militancia.

Raúl era reservado pero alegre, muy atento y solidario, según Liliana, su compañera. Sentía pasión por los fierros: el automovilismo y las carreras de moto. Le gustaba la música folclórica y el rock nacional, además disfrutaba bailando. Tenía un porte mediano y delgado: “Era un morocho muy lindo —dice Lili—, parecido a Sandro”.

La noche del 17 de mayo de 1978, Raúl Gómez fue secuestrado en su domicilio de Godoy Cruz, en presencia de su familia. Tenía 25 años.

Aldo Patroni 

Nació en Mendoza el 13 de septiembre de 1951. Fue cadete de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante dos años, pero abandonó la carrera militar. Compartió esta experiencia con su hermano, Carlos Alfredo, militante del PRT-ERP, a quien balearon en un allanamiento y desaparecido en Tucumán en 1975.

Aldo conoció a Hilda Díaz en 1970. Después de tres meses de noviazgo se casaron y dos años después nació su único hijo, Aldo Gabriel. La familia vivía en la casa materna en Las Heras, junto a Felisa Rodríguez, su madre. El domicilio fue allanado y la pareja decidió separarse por razones de seguridad. Sin embargo, Aldo seguía en contacto con su hijo. 

Durante el testimonio de este, en el cuarto juicio por delitos de lesa humanidad, declaró que tenía seis años cuando vio a su padre por última vez, pero guardaba recuerdos muy vívidos. Lo describió como “un hombre alegre, de buen humor, deportista”. En aquella oportunidad le mostró el asiento de una moto que estaba fabricando para el niño.

La víctima incursionó en el teatro, pero se desempeñaba como mecánico en CIMALCO, donde desplegó actividad sindical. Era compañero de trabajo de Daniel Romero, desaparecido en el mismo operativo orquestado con motivo del mundial 78. Aldo inició su militancia política en el peronismo pero posteriormente adhirió al PRT-ERP.

Tiempo antes a su secuestro, agentes del D2 habían detanido a Patroni: estuvo un día preso y recuperó su libertad. En la madrugada del 17 de mayo de 1978 lo arrebataron de la vivienda que compartía con su madre por un grupo de tareas que, según Felisa Rodríguez, lo componían agentes del Ejército y la Fuerza Aérea. Aldo tenía 26 años y continúa desaparecido

Gustavo Camín 

Nació en San Rafael el 17 de septiembre de 1921. Era el mayor de tres hermanos del matrimonio formado por Ramón Camín y Esther Cosarinsky. Se recibió de ingeniero químico en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe. Cuando era joven se asoció con su hermano Armando para poner hornos de cal en la provincia.

Al disolverse la sociedad trasladó su iniciativa a San Juan y quedó a cargo de la cantera de cal llamada “El Refugio”; en ella empleó a personas que estaban perseguidas. Piloteaba una avioneta de su propiedad con la que semanalmente hacia la travesía Mendoza-Jáchal-Mendoza y también era utilizada con fines recreativos.

De su matrimonio con Dora Gordon nació su único hijo, Mario Guillermo, también desaparecido. Al momento de su secuestro, Dora y Gustavo se habían separado. Su militancia desde joven fue en el Partido Comunista y formó parte de una familia con inquietudes políticas compartidas con su hermano, Armando, su cuñada, Pocha, y luego con su hijo, Mario.

Según quienes lo conocieron, Gustavo Camín era un hombre muy solidario, inteligente, querible, amante de la naturaleza. Tenía una apariencia muy particular, según su sobrino Sergio, se asemejaba a “un explorador entusiasta, ávido de conocimiento”, fumaba en pipa, calzaba botas y jean, usaba bigote a lo cosaco y sombrero; “tenía un porte gallardo”, era morocho de ojos claros. Lector empedernido, desapegado a lo material, era muy expansivo y cariñoso.

El 22 de mayo de 1978, después de secuestrar a su hijo, un grupo de tareas se dirigió al departamento céntrico que Gustavo ocupaba cuando venía a Mendoza y tras allanarlo se lo llevaron secuestrado. Ese operativo se realizó en el marco de los secuestros orquestados por el Mundial 78 en las ciudades sedes del evento deportivo.

Gustavo Camín tenía 56 años.

Daniel Romero 

Nació el 16 de febrero de 1942 en Córdoba, en la localidad de Las Arrias, del departamento de Tulumba que queda a 148 kilómetros de la capital cordobesa. Se cuenta con pocos datos sobre su trayectoria de vida, sin embargo se sabe que se casó con Dulce Quintana y tuvo dos hijos. La familia vivía en el barrio Gomensoro de Guaymallén, donde el matrimonio montó un almacén con despacho de bebidas.

Él trabajó como empleado ferroviario en la línea General San Martín y también se desempeñó en la fábrica CIMALCO, donde fue delegado gremial. Daniel adhirió al peronismo, al igual que su hermano Juan Carlos, quien también fue desaparecido y tenía proximidad con Montoneros.

En dictadura sufrió más de un hecho de persecución: primero con un allanamiento a su domicilio en el que robaron sus bienes; en otra ocasión, cuando circulaba en moto con su hijo, ambos fueron llevados a la Seccional 9. para someterlo a tormentos.

Finalmente, fue secuestrado de su casa, en la calle Ecuador 1852, de Las Heras, la noche del 24 de mayo de 1978. Su esposa consiguió seguirlo y observó que se dirigían al domicilio de su hermano Juan Carlos. Su desaparición se encuadra en los procedimientos realizados contra once personas, con motivo del mundial 78.

Daniel tenía 36 años y aún continúa desaparecido.

Juan Carlos Romero 

Apodado “Chacho”, nació el 5 de noviembre de 1933, en la ciudad de Salta. No contamos con datos sobre su infancia y adolescencia. Se casó con Sofía Irene Zeballos y tuvo cinco hijos e hijas. La familia se radicó en el departamento de Las Heras.

La política estuvo muy presente en su familia, su hermano Daniel fue un aguerrido militante de la Juventud Peronista, desaparecido pocos días antes de su secuestro. Juan Carlos se inició en la resistencia peronista y cuando esa corriente salió de la proscripción se incorporó al Partido Justicialista. Fue concejal por su departamento en 1965 y también en 1973. Tiempo después renunció a este último cargo para asumir la Dirección de Obras Públicas del departamento de Las Heras. Con el advenimiento de la dictadura fue despedido e indemnizado. Ese dinero lo utilizó para instalar una fábrica de ladrillos.

El día 24 de mayo de 1978, un grupo de hombres armados, después de secuestrar a su hermano Daniel, arribó a su domicilio. Esa noche lo interrogaron sobre Juan José Galamba, él admitió haberlo empleado en su cortada de ladrillos. Cuatro días después, el 28 de mayo, volvieron para  secuestrarlo frente a su familia, en su vivienda de Acceso Norte 2650 Las Heras. El hecho integra el grupo de once personas secuestradas y desaparecidas en operativo especial para blindar el Mundial 78, ya que Mendoza era una de las sedes del campeonato de fútbol.

Juan Carlos tenía 45 años al momento de su secuestro.

Isabel Membrive 

“Coca” era oriunda de San Rafael, nació el 16 de febrero de 1945 en el seno de una familia inmigrante española que tuvio ocho hijos e hijas. Cursó el nivel primario en el sur y estudió dactilografía. Su padre fue contratista de viña, primero en el sur y luego, con su familia, se trasladó a otra propiedad a Chacras de Coria.

En esa vecindad conoció a Juan Carlos Charparín, con quien se casó. Tiempo después, Cristian fue su primogénito y después nació Claudia. Juan Carlos se asoció con el hermano de Isabel, Miguel Membrive (desaparecido en Santa Fe), para la explotación de una finca en Chapanay, también como contratistas de viña. Este sector surgió con una sólida organización en los años 70 y se sumó a movilizaciones y planes de lucha de aquel momento. Ambos adhirieron al peronismo revolucionario.

Isabel se encargaba de los quehaceres del hogar, de las tareas de cuidado y el trabajo de acompañamiento en las viñas. Cuando era más joven, también trabajó en una fábrica de conservas. Era laboriosa, muy dedicada al cuidado personal de su hijo y su hija. Tenía gran habilidad para el bordado, el tejido y otras tareas manuales. Tenía buen porte físico y carácter firme, pero era tierna con sus criaturas: “Se imponía con su presencia”, dijo su cuñada Nadia.

Vivió en la clandestinidad desde julio de 1976 cuando logró salvarse del procedimiento en el que mataron a su esposo, Juan Carlos Charparín. Desde ese momento se ocupó como empleada doméstica cama adentro y atendía el negocio de la familia Herrera, en Godoy Cruz. De allí fue secuestrada el 25 de mayo de 1978, en el marco del operativo especial dispuesto con motivo del Mundial de Fútbol.

Isabel tenía 33 años.

Víctor Hugo Herrera

Apodado “Toño”, nació el 23 de diciembre de 1951, aunque no se cuentan con mayores datos de su infancia y adolescencia. Lo que sí se sabe es que trabajó en la ferretería del dirigente socialista José “Pepe” Suaréz en Godoy Cruz. Se casó con Susana Miriam Astorga el 6 de mayo de 1978. Se fueron a vivir a la casa de la familia Herrera en el barrio Suárez. Compartía la vivienda con su madre, María Isabel Salatino, su hermana, Beatriz, y su hermano, Jorge Antonio.

Víctor era una persona inquieta, con cercanía al peronismo, pero a la fecha de su desaparición no tenía militancia activa. Participaba de las reuniones sociales en casa de Margarita Dolz y Carlos Castorino, de quienes era muy amigo. Su hobby era salir con otros jóvenes para jugar al bowling. Toño era de mediana estatura, bajo, rellenito, castaño de rasgos regulares. Se distinguía por su simpatía y amabilidad, así lo recuerdan quienes lo conocieron.

Días después de haberse casado con Susana, en la madrugada del 25 de mayo de 1978, seis personas encapuchadas lo secuestraron en su vivienda, ante la vista e impotencia de toda su familia. Víctor Herrera es una de las 11 víctimas del Grupo Especial 78 que fue creado con motivo del Mundial 78, en el marco de un operativo concebido contra la “subversión residual” según sus perpetradores.

Víctor Hugo tenía tan solo 27 años.

Mario Guillermo Camín

Nació en la ciudad de Mendoza el 11 de septiembre de 1950. Hijo de Gustavo Camín y Dora Gordon, el matrimonio se separó cuando Mario era pequeño y fue criado por su madre. Inició el nivel medio en el Liceo Agrícola y los dos últimos años los completó en el Colegio Universitario Central. Luego, inició la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Al momento de su secuestro estaba puliendo una lente para hacer un telescopio y proyectaba, junto a su padre, abrir un taller de aparatos de precisión. Trabajaba y estudiaba. Se desempeñó como técnico en la Compañía Argentina de Teléfonos y a la vez cursaba en la facultad. Había tenido una aproximación a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y luego, según su tío Armando, fue colaborador del PRT-ERP. También era activista en el Centro de Estudiantes de la UTN.

Diseñaba autos y era un entusiasta de las carreras de automovilismo, incluso en una de ellas sufrió un accidente como espectador. Además, disfrutaba del canotaje. Mario era de baja estatura y tenía como rasgos distintivos el pelo muy enrulado y la permanente sonrisa. Era muy solidario y a la vez muy inteligente,  Gustavo y Mario Camín eran “brillantes y humildes”.

El joven estaba de novio con Ana María del Olio, quien testimonió sobre su detención y posterior desaparición. Mario fue secuestrado en la playa de estacionamiento de la UTN y luego trasladado al D2 de la Policía de Mendoza. Allí fue a buscarlo su novia y vio que ingresaba a la dependencia en un Rastrojero de doble cabina. Cuando pidió por él, los policías negaron su presencia en el lugar. Mario Camín es una de las 11 víctimas del Grupo Especial 78 concebido para blindar el Mundial 78. El Laboratorio de Acústica y Sonido de la UTN, lleva su nombre.

Mario tenía 27 años.

Juan José Galamba 

Nació el 7 de enero de 1952 en la finca en la que trabajaban su padre y madre —una pareja eslava inmigrante—, en la “La Marzolina”, a las afueras de General Alvear. Transcurrió su infancia, terminó la primaria y luego hizo la secundaria en la Escuela de Agricultura en su departamento natal. En 1971 se trasladó a la ciudad de Mendoza para estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). 

En el ámbito estudiantil conoció a su compañera de vida, Alicia Morales, con quien se casó en 1974. Un año después nació su hija Natalia y luego su hijo Mauricio. Tuvo una activa participación en el Centro de Estudiantes de la UTN y adhirió a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) . Más tarde se integró a Montoneros. Radicado con su familia en Mendoza, trabajó en una fábrica. Después, con la ayuda de su suegro, junto a Alicia montaron un negocio de artículos del hogar que fue saqueado cuando ella fue detenida, en junio de 1976, y él entró en la clandestinidad.

Galamba era deportista, practicaba carrera pedestre. Participó en competencias, disfrutaba de esto como hábito y hobby. Sus gustos musicales eran los propios de la época: era “fanático de Les Luthiers”. Además, se desempeñaba como un multioficio, habilidoso para resolver cualquier situación que se presentara. “Él le encontraba respuesta a todas las cosas”, aseguró su compañera Alicia.

José era rubio, alto y delgado pero atlético. Muy querible, por donde anduvo cosechó muchos amigos y buenos recuerdos. Prefería la persuasión a la imposición, era sencillo y muy llano. Se distinguía por ser muy transparente.

Después de permanecer casi dos años en la clandestinidad, andando ida y vuelta de Mendoza a San Juan, el 28 de mayo de 1978 fue secuestrado en el marco del operativo Mundial 78.

José tenía 26 años.

Ramón Alberto Sosa 

Nació el 15 de enero de 1935 en Santa Lucía, localidad ubicada al centro-sur de San Juan. Sobre su trayectoria de vida se sabe que utilizaba el seudónimo de “Felipe”, estaba casado con Elvira Cayetana Narváez y tenía una hija. Tenía vínculo con militantes del peronismo revolucionario, que por esos tiempos estaban en la clandestinidad. Fue secuestrado en una parada de trole en cerca de la intersección de Dorrego y San Juan de Dios, en Guaymallén, el 28 de mayo de 1978.

Su desaparición, al igual que las otras personas que cayeron en ese mayo de 1978, tenía como objetivo mostrarse hacia afuera como un país ordenado ante la proximidad de la Copa Mundial de Fútbol, e internamente demostrar que el aparato represivo seguía activo cayendo sobre la “subversión residual “, un grupo de personas vinculadas entre sí por pasados lazos políticos y de solidaridad.

Ramón Sosa tenía 43 años.

Séptima colocación de Baldosas por la Memoria

26-07-2022 |Diez nuevas baldosas ya se sumaron en la explanada del Espacio para la Memoria con nombres de víctimas del terrorismo de Estado caídas en julio.

El proyecto Baldosas por la Memoria busca crear un mar de memoria en la explanada del ex-D2. En esta ocasión, se colocaron diez baldosas con nombres de diez víctimas de la represión caídas en julio.

La colocación de estas baldosas es parte de un proyecto mayor que tiene como objetivo que los nombres de las personas desaparecidas y asesinadas por la dictadura habiten la vereda del actual Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2. Ya se colocaron decenas de cerámicos y la última vez fue en mayo del 2022. En esta ocasión, se rindió homenaje a Sara Palacio, Marcelo Verd, Marcelo Leónidas Espeche, Jorge Lubin Amodey, Roberto Felipe Rodríguez, Laura Terrera, Alfredo Manrique, Manuela Rosa Zárate, Francisco Luis Goya, Lourdes Martínez Aranda.

Sara Palacio

Sara nació en Godoy Cruz, Mendoza, el 15 de diciembre de 1939. Tenía ascendencia chilena. Cursó su educación primaria en el colegio Compañía de María y la secundaria, en el Colegio Universitario Central de la UNCuyo (CUC). Completó la carrera de Obstetricia en la Universidad Nacional de Córdoba, ciudad a la que se fue a estudiar junto con su hermana Silvia. Allí conoció a su compañero de vida y militancia, Marcelo Verd. En 1961 se casaron en San Juan. Tuvieron dos hijas: Mariana, nacida en Córdoba, y Patricia, en Tucumán. 

Formó parte de las organizaciones de izquierda de los años 60 inspiradas por el Che Guevara y su última inserción fue en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Junto con su esposo estuvo un tiempo en Cuba formándose; a su regreso se instalaron en La Plata con sus hijas hasta fines de los 60, cuando decidieron mudarse a San Juan.

Mariana Verd Palacio cuenta: “Mi vieja tocaba el piano y le encantaba bailar. Hablaba poco, dicen sus amigos. Le encantaba leer. Era hermosa”. Y agrega una anécdota que signó su mirada del mundo: “Una vez golpearon la puerta dos nenas pidiendo comida y me pidió a mí que trajera arroz y una lata de duraznos. Cuando se fueron, me miró y me dijo: ‘Nunca, nunca, cuando alguien te pida comida, se la niegues’”.

Durante la dictadura comandada por Alejandro Agustín Lanusse, Sara fue secuestrada junto a su compañero tras un violento operativo en su casa de la calle Arenales, en Villa del Carril, San Juan, el 2 de julio de 1971. Su desaparición, la de su esposo y el secuestro del matrimonio Juan Pablo Mestre-Mirta Misetich fueron los primeros ensayos de la desaparición forzada de personas practicada en forma sistémica por la última dictadura, cinco años después.

Sara tenía 31 años.

Marcelo Verd

Nació el 29 de abril de 1936 en la ciudad de San Juan. Cursó la primaria en la Escuela Sarmiento y completó la secundaria en el colegio comercial de su ciudad. Se trasladó a Córdoba para iniciar la carrera de Arquitectura, pero finalmente pasó a Odontología y se recibió en la Universidad Nacional de Córdoba en 1964. En esa ciudad, entre las filas de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) conoció a su esposa y compañera de vida, Sara Palacio; se casaron en 1961 y tuvieron dos hijas: Mariana y Patricia.

Según los relatos recogidos por su hija mayor, Marcelo había sido un niño muy travieso y jugando perdió un ojo, situación sobre la que solía hacer humoradas. “Era muy alegre”, aseguró Mariana, y se reconoció muy apegada a él. Era muy alto y delgado; practicaba varios deportes —rugby, boxeo, natación— e integró el seleccionado provincial de waterpolo. En reuniones sociales solía cantar folclore acompañándose con la guitarra. 

Al igual que su compañera, Sara, se inició en la política en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria Argentina (MIRA), después optó por acompañar los proyectos guevaristas en la región. Perteneció al Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y luego integró el Ejército de Liberación Nacional (ELN), disuelto con posterioridad, con la muerte del Che. Finalmente perteneció a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Recibió formación en Cuba y a su regreso al país se radicó en La Plata hasta que en 1970 decidió instalarse en San Juan con su familia. Desde ese momento ejerció su profesión en Jáchal. El 2 de julio de 1971 sufrió un operativo en su domicilio que tuvo como víctimas a él y a su compañera.

Marcelo fue secuestrado en su ciudad natal por un grupo de tareas proveniente de Mendoza, con autos de chapa de esta provincia. Todos los indicios convergen en que fue trasladado a esta ciudad para quedar a disposición de la inteligencia militar, comandada por el Cnel. Carlos Bulacio, cuyo centro de operaciones estaba en la esquina de Emilio Civit y Martínez de Rozas de Ciudad. Aquí desapareció.

Marcelo Verd tenía 35 años.

Marcelo Leónidas Espeche

Había nacido en Godoy Cruz el 20 de septiembre de 1953. Era hijo de Mario Espeche y Sara Carubin Marienhoff, escritora mendocina. Fue alumno del colegio “Juan Agustín Maza” de la Ciudad de Mendoza y egresó en 1972 con el título de bachiller. Al año siguiente se inscribió en Medicina y cursó un año. También optó por la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba e inició tercer año con un desempeño académico destacado. En 1976 fue destinado al Hospital Militar de Mendoza para cumplir con el servicio militar obligatorio.

Marcelo era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Su madre, Sara, puso en palabras lo sucedido con su hijo y refiriéndose a sus inquietudes sociales afirmó: “Los fines de semana cometía el crimen de compartir, en las villas, la vida y el trabajo de sus habitantes. Ayudaba a levantar paredes y en las tardes enseñaba a leer y escribir”. En sentidas palabras contó el impacto que sufrió su familia, integrada por siete personas entre adultos y adolescentes.

El 6 de julio de 1976 fue secuestrado en la Avda. Boulogne Sur Mer, en el trayecto que unía su domicilio con el Hospital Militar. Fue trasladado al Centro Clandestino de Detención La Perla y retirado de allí para ser asesinado en un enfrentamiento fraguado el 13 de julio de 1976 camino a La Calera, Córdoba.

Tenía 22 años.

Jorge Lubin Amodey

Nació en Libertador Gral. San Martín, San Luis, el 2 de abril de 1948. Tenía ascendencia italiana y doble nacionalidad. No se cuentan con mayores datos, solo se sabe que era soltero y tenía por seudónimo “Rafael”.

Era militante peronista y formó parte de Montoneros. Durante el gobierno de Elías Adre, a pesar de no pertenecer a las fuerzas de seguridad, se incorporó a la Jefatura de la Policía de su departamento natal. Allí le fue asignado el grado de comisario en virtud de la Ley Orgánica Provincial dictada en 1973, que facultaba la designación de civiles para aquella función. Su dependencia era directa del Ejecutivo

En 1974, cuando se produjo el proceso de derechización del peronismo en el gobierno a nivel nacional, Jorge Lubin y su compañero Aníbal Torres fueron destituidos de sus cargos y detenidos, pero consiguieron recuperar la libertad y pasaron a la clandestinidad. Ambos se trasladaron a Mendoza para radicarse en Rivadavia y seguir su militancia.

No se ha podido determinar en qué fecha y lugar fue secuestrado y desaparecido. Dada su cercanía con Aníbal Torres, se presume que cayó en junio o julio de 1976. Su padre, Oscar, manifestó ante la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de San Luis, que una expresa política aseguró haberlo visto en el D2 de Mendoza.

Tenía 28 años.

Roberto Felipe Rodríguez

Nació en la localidad de San Andrés de Giles, Provincia de Buenos Aires, el 25 de agosto de 1955. Su madre, Guillerma Sosa, era oriunda de Misiones. Tuvo un primer matrimonio del que nacieron tres hijas y en el segundo matrimonio llegaron Roberto y dos niños más. Cuando era adolescente se fue a vivir a San Antonio de Areco y se empleó en la panadería “San Martin”, mientras completaba la escuela secundaria. Con el título de bachiller se trasladó a la capital de la provincia para estudiar veterinaria en la Universidad Nacional de Las Plata.

Según el relato de su hermana Amelia, Roberto era esencialmente un emprendedor, laborioso e inquieto. De chico, en el verano salía a vender helados por el vecindario. Al repasar su corta vida, recordó que en La Plata conoció a su novia “Chiquita” con quien compartía gran parte de su tiempo. Agregó que lo vio por última vez cuando la familia lo acompañó hasta Mercedes para tomar el tren que lo llevaría a Mendoza, con la finalidad de presentarse a cumplir con el servicio militar en el Regimiento de Puente del Inca. Nunca más supieron de él.

Según trascendió, Roberto solo había participado en el centro de estudiantes y compartía vivienda con un joven policía que también fue víctima de desaparición forzada. Su último destino como soldado se registró en el Liceo Militar General Espejo y para julio del 76 su rastro desapareció.

Roberto tenía 20 años.

Laura Noemí Terrera

Laura, apodada “Lali”, nació en Las Heras, el 1.o de junio de 1956. Se recibió de maestra en la Escuela Normal de Mendoza y ejerció la docencia en la Escuela Anchoris de Luján de Cuyo. En su vecindario conoció a Alfredo Manrique, sanjuanino estudiante de Ciencias Económicas con quien se casó en junio de 1975. Tuvieron una niña nacida el 8 de noviembre del siguiente año, a quien llamaron Rebeca Celina.

Laura militaba en la Juventud Peronista, vinculada a Montoneros. Junto a su compañero, “Fredy”, realizaban tareas sociales en barrios pobres del Gran Mendoza. Cuando arreciaba la represión, debieron dejar la vivienda que habían acondicionado cuidadosamente entre los dos. Su hermano Raúl le ofreció dinero para que se fueran del país, pero ella lo rechazó.

El 24 de julio de 1977, junto con su esposo e hija tomaron un ómnibus de línea a San Juan con el propósito de visitar a la familia de Alfredo. Debían volver el 26 para presentarse a trabajar. Según sus familiares, se embarcaron de regreso el día 25 pero el matrimonio y la bebé de ocho meses desaparecieron. La niña fue apropiada. No hubo testigos de los secuestros, pero todos los indicios hacen presumir que se trató de un operativo desplegado en la terminal de ómnibus de Mendoza.

Gracias a la investigación realizada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Abuelas de Plaza de Mayo, la hija del matrimonio Terrera-Manrique recuperó su identidad en 2007: es la nieta 87.

Laura desapareció cuando tenía 21 años.

Alfredo Mario Manrique

“Fredy” había nacido en Rawson, San Juan, el 2 de enero de 1953. Al terminar el secundario se trasladó a Mendoza para estudiar Ciencias Económicas. En esta ciudad se instaló en casa de una tía, enfrente de la vivienda de la familia Terrera. Alfredo trabó amistad con Laura, se enamoraron, decidieron casarse en el invierno de 1975 y en noviembre del año siguiente nació su hija, Rebeca Celina. Vivían en Benegas, en una casita cedida por su suegro, que Fredy había acondicionado personalmente. Él era muy ingenioso y tenaz, diestro para los oficios. Hizo muebles, pintó y decoró su hogar con sus propias manos, según recuerda su familia. Lali y Fredy eran muy compañeros.

Fredy estaba en el último tramo de la carrera para ser contador; además trabajaba en el departamento contable de la Universidad Nacional de Cuyo. Era militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), vinculada a Montoneros, y destinaba tiempo a tareas sociales en barrios carenciados.

Fredy, Lali y la bebé tomaron un ómnibus de línea a San Juan el 24 de julio, en las vísperas del feriado por el Patrón Santiago, con el propósito de visitar a la familia de Alfredo. Se sabe que se embarcaron de regreso el 25 pero desaparecieron y la niña fue apropiada. No hubo testigos, pero todos los indicios hacen presumir que fueron víctimas de sendos secuestros al llegar a la terminal de ómnibus de Mendoza.

Gracias a la investigación realizada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Abuelas de Plaza de Mayo, la hija del matrimonio Terrera-Manrique recuperó su identidad en 2007: es la nieta 87.

Alfredo tenía 23 años.

Manuela Rosa Zárate

Nació en Mendoza el 13 de marzo de 1938. Pertenecía a una familia que había migrado de la localidad de Juárez Celman con una niña pequeña. Ya radicada en San Martín, nacieron Manuela y dos hijas más. En su ciudad natal cursó la Escuela Normal “Gral. José de San Martín” y se recibió de maestra, pero se desempeñaba en la Compañía de Teléfonos, donde alcanzó la jerarquía de supervisora. Desplegó una notable labor sindical: llegó a ser secretaria general del FOETRA (sindicato de trabajadoras y trabajadores de telecomunicaciones) y formó parte del secretariado de la CGT.

Pertenecía a una familia peronista castigada por la represión. Ella y sus tres hermanas fueron secuestradas en distintos procedimientos. El 12 de abril de 1977, en Córdoba, había desaparecido su hermana María Angélica, y sus otras dos hermanas, Vicenta y Nilda, fueron ilegalmente detenidas y sometidas a torturas y cárcel.

Manuela adhirió a Montoneros y militó esencialmente en el sindicalismo. Todo indica que fue secuestrada en el mes de julio de 1977 en Mendoza, pero no se pudo precisar el lugar y fecha de su desaparición.

Tenía 39 años.

Francisco Luis Goya

Era oriundo de Resistencia, Chaco, y nació el 6 de mayo de 1949 en el seno de una familia numerosa. Hijo de Avelino Goya y María Pilar Cachaza, provenientes de España, cursó la secundaria en su ciudad natal y luego trabajó junto a su padre como comerciante y viajante. Se casó en primeras nupcias con “Nené” y tuvieron dos hijos: Juan Manuel y Emilio. En el exilio formó una nueva pareja con la mexicana María Lourdes Martínez Aranda y tuvo su tercer hijo.

De procedencia católica con orientación tercermundista, fue militante, inicialmente, del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) y luego pasó a Montoneros. En julio de 1975 lo detuvieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y meses después le concedieron la opción para salir del país con destino Perú; de allí pasó a México. Desde ese destino, junto a su compañera Lourdes se trasladaron hacia España.

Según el relato de sus compañeros, “Chelo” o “el Loco se mostró como un gran cocinero yafecto a compartir juegos con niños y niñas. Disfrutaba del folclore: le gustaba cantar y tocar la guitarra. Su deporte predilecto era la natación.

En el marco de la Contraofensiva organizada por Montoneros, intentó ingresar al país por la frontera argentino-chilena junto con su compañera y su pequeño hijo de un año, pero fueron víctimas de detención en Las Cuevas, el 7 de julio de 1980. Lo trasladaron junto con su esposa a la Planta Transmisora de Radio Nacional Mendoza, en la zona de El Sauce, y de ahí desaparecieron. El niño fue apropiado y en 2008 recuperó su identidad: se trata de Carlos Goya Martínez Aranda.

Chelo tenía 31 años.

María Lourdes Martínez Aranda

“Lupita” o “Lulú” nació en México DF el 3 de enero de 1952. Provenía de una familia numerosa integrada por ocho hermanas y hermanos. Estudió ingeniería química en la Universidad Nacional de México (UNAM), pero tenía variados conocimientos atesorados por su pasión por la lectura. Era ambidiestra y hablaba cuatro lenguas. Sentía gran simpatía por el club de fútbol de la Universidad Nacional de México conocido popularmente como “Los pumas”.

Al igual que su compañero, perteneció a la fracción de la iglesia católica comprometida con la labor social en los sectores más desfavorecidos y luego canalizó su actividad política en el Partido Comunista de México. Conoció a su compañero, Francisco Luis Goya, en los espacios de solidaridad con el exilio generados por las organizaciones mexicanas; con él formó pareja y se incorporó a Montoneros. Ambos se trasladaron a España y en 1979 tuvieron un hijo que Lulú inscribió como propio en la embajada mexicana en Madrid.

En julio de 1980, el matrimonio —con el niño— trató de ingresar al país en el marco de la Contraofensiva de Montoneros, pero fue interceptado por agentes de la represión, posiblemente en el paso fronterizo de Las Cuevas. El cautiverio de Chelo y Lulú transcurrió en la Planta Transmisora de Radio Nacional Mendoza, en la zona de El Sauce, pero luego se perdió su rastro. El niño fue apropiado por un agente de Gendarmería, pero, gracias a la labor de Abuelas, recuperó su identidad como nieto 92, con el nombre Carlos Goya Martínez Aranda.

Lulú había cumplido 28 años.

El EPM colocó seis baldosas por la memoria

28-04-2022 | Con motivo del Día Internacional de las Trabajadoras y los Trabajadores, el EPM ex-D2 agregó seis baldosas por la memoria en su explanada.

El Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2 colocaó seis baldosas por la memoria en el marco del Día Internacional de las Trabajadoras y los Trabajadores. Estas nuevas baldosas recuerdan a militantes de distintos sectores laborales que entregaron su vida en la lucha por la defensa de la clase obrera y la liberación nacional.

Con estos seis nombres se rindió homenaje al conjunto de las trabajadoras y trabajadores desaparecidos. También a todas las personas que, en la actualidad, siguen enfrentando a las patronales a fin de mejorar las condiciones de empleo de los y las asalariadas y se empeñan en el bienestar de la clase trabajadora.

El proyecto Baldosas por la memoria se propone sembrar un mar de memoria en la explanada del EPM. La baldosa inaugural fue colocada en septiembre de 2020, en el quinto aniversario del Espacio y las primeras diez se inauguraron en diciembre de ese año. Luego el proyecto fue creciendo y las últimas se colocaron en la vigilia del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia de 2022.

José Benedito Ortiz

“Benecdito Ortiz”, como se lo suele llamar, era un lasherino que nació el 7 de mayo 1928.  Cursó la primaria en la Escuela de El Resguardo, en su departamento natal.

Benedito se casó con Blanca Villegas y tuvieron un hijo y una hija: Raúl y Ana. Cuenta su nieto Alexis, que “nació en la calle, en una carretela cuando su mamá iba al hospital en aquellos entonces. Y murió en la calle” en la represión del 30 de marzo de 1982. “O sea: nació y murió en la calle”.

También relata que Benedito no finalizó la primaria porque debió trabajar tempranamente para ayudar a su madre y hermano. Primero se desempeñó en el almacén-corralón “Salvador Fachielo” de Panquehua, luego en el almacén Montalto en Uspallata y, finalmente, como ayudante químico en la primera fábrica Minetti. Allí se desarrolló como militante peronista y sindical. Fue delegado elegido por sus compañeros, se destacó en su acción y compromiso y llegó a ser secretario gremial de la Comisión Directiva de la Asociación de Obreros Mineros Argentina (AOMA).

En plena dictadura militar, el 30 de marzo de 1982, el movimiento obrero liderado por Saúl Ubaldini, bajo el lema “Pan, paz y trabajo”, convocó a una manifestación en Plaza de Mayo a la que asistieron decenas de miles de manifestantes. El imponente despliegue por “Luche y se van” se replicó en varias ciudades del interior del país y fue brutalmente reprimido. Benedito Ortiz fue uno de los dirigentes que, junto a cientos de trabajadores y trabajadoras, marcharon en Mendoza en la que fue una fecha bisagra: se alzaron las voces de a miles coreando con firmeza “se va acabar, se va a acabar, la dictadura militar”

En Mendoza, la CGT local liderada por Mario Zafora convocó a la marcha hacia la Casa de Gobierno para entregar un petitorio al gobernador. En las inmediaciones del Parque Cívico, la manifestación fue recibida con una brutal represión que produjo varios heridos, entre ellos Benedito Ortiz, alcanzado por las balas en Mitre y Pedro Molina. Fue internado en el Hospital Central y murió tres días después.

Tenía 53 años.

Luis Granizo

Luis nació en Mendoza el 30 de septiembre de 1945. Hijo de Juan Isaac Granizo, trabajador de YPF, e Isabel López, dedicada a las tareas de cuidado y del hogar. Provenía de una familia numerosa: era el octavo de once hermanos. Tempranamente comenzó a trabajar.

Cursó la primaria en la escuela Caseros de Godoy Cruz y no hizo la secundaria, ya que desde muy joven empezó a desempeñarse como mozo en distintos restaurantes y bares. Poco antes de su secuestro oficiaba de mozo en el Hotel Mendoza y era concesionario del comedor del Hotel Derby.

Granizo era soltero y vivía solo. Creció en una familia peronista y tuvo una activa participación sindical en su sector. Llegó a ser secretario de Actas del Sindicato Gastronómico en 1974, cargo que ocupaba al momento de su secuestro.

Su hermana Graciela y su hermano Juan Carlos lo recuerdan como una excelente persona con la que todos tenían una muy buena relación, “una persona especial”, recalca Juan Carlos. Además, era “muy buen mozo” comenta Graciela. Respecto de su militancia sindical su hermana señala que “participaba en el gremio porque quería ayudar al obrero… Él no defendía a la patronal, defendía al obrero”.

La mañana del 10 de noviembre de 1975, Luis fue detenido presumiblemente por la Policía Federal cuando caminaba, con dinero, acompañado por un tal “Funes”. Varios días después, el 28 de noviembre de 1975, su cuerpo sin vida fue hallado a unos 300 metros de Campo Las Lajas con disparos en la cabeza e irreconocible.

Tenía 30 años

Ángeles Gutiérrez de Moyano

Angelita, como solían llamarla, nació en Mendoza el 19 de marzo de 1917 y cursó primaria y secundaria en el Colegio San Pedro Nolasco de Ciudad. Se recibió de maestra y tomó variados cargos docentes. Como directora de la escuela Carlos Ponce de Videla hizo una destacada tarea social para la comunidad boliviana. Además, se desempeñó como Directora de Enseñanza Media durante la gobernación del peronista camporista Alberto Martínez Baca.

Estaba casada, tenía una hija y un hijo, y era católica practicante de “confesión semanal”. Según su hija, Stella, solía colaborar con las mercedarias del Buen Pastor como parte de sus tareas sociales. Tuvo el infortunio de elegir como confesor al presbítero Antonio Portero quien, en época de la dictadura cívico militar, fue capellán de la Fuerza Aérea.

Se inició en gestión gremial en el Sindicato del Magisterio y luego fue reelegida permanentemente hasta fines de los 60. Participó de la Comisión Docente de Asuntos Educativos de la CGT de los Argentinos y posteriormente intervino, en 1973, en la creación de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, más conocida por su sigla: CTERA.

Era pública su adhesión al peronismo. En la última etapa de su vida formó parte del Partido Auténtico, organización política conducida por Martínez Baca que fue perseguida desde su creación. Era una asidua visitante de las y los presos políticos alojados en la Penitenciaría de Mendoza desde el año 1974.

En la noche del 20 de junio de 1977, fue secuestrada en su andar por avenida España, en el camino de regreso a su casa después de cerrar su florería. Personas que se encontraban en el cabaret Tiffanys presenciaron y denunciaron el secuestro al día siguiente, sin ningún resultado.

Quienes la conocieron coinciden en destacar su solidaridad y compromiso, la describieron como “una mujer muy hermosa, de brillante oratoria, que vestía un poncho pampa en los actos”.

Angelita tenía 60 años.

José Vila Bustos

Apodado “el Pepe”, nació el 1 de septiembre de 1949 en Mendoza y vivía en San José, Guaymallén. Se inició en tareas sociales en la parroquia de su barrio. Cursaba la carrera de Servicio Social y en el ingreso a esos estudios, al contestar sobre su autobiografía, escribió: “Siempre he pretendido que mi vida esté al servicio de los demás, tanto material como espiritual”.

Trabajaba y era delegado de la sección Cajas de Ahorro del Banco Mendoza y se sumó al trascendente proceso de democratización de la actividad sindical emprendida por ese sector laboral. Fue militante del PRT-ERP.

Aunque era soltero, sus compañeros lo recuerdan como “familiero muy alegre y comprometido”. No pasaba desapercibido donde estuviera: “Tenía una voz muy fuerte”, afirman.

Fue secuestrado en su lugar de trabajo mientras su casa era allanada. En la reconstrucción de los hechos se estableció que en el procedimiento en su domicilio intervino un agente de apellido Nievas y también Pedro Sánchez Camargo, jefe del Departamento 2 de informaciones de la Policía de Mendoza (D2).

Tenía 26 años.

Amalia Echegoyen de Pacheco

Amalia Echegoyen, cuyo seudónimo era Cristina, nació en Mendoza el 20 de noviembre de 1952.

No hay muchos datos sobre su trayectoria de vida. La información disponible es que estaba casada con Hugo Pacheco. Tenían un hijo y vivían en el barrio Márquez de Sobremonte, Córdoba, al momento de su desaparición. También se conoce que trababa en el Frigorífico Mediterráneo, hoy llamado “Estancias del Sur”, y era militante del PRT-ERP. 

Fue secuestrada en su domicilio, junto a su esposo. Fueron víctimas de un operativo que sumó otros seis empleados del mismo frigorífico. La pareja fue vista en el campo en el centro clandestino de detención, torturas y exterminio La Perla de aquella ciudad.

Tenía 23 años

Hugo Pacheco

Felipe es el seudónimo que utilizó Hugo Pacheco en su militancia. Nació en Godoy Cruz, el 28 de marzo de 1953.

Al igual que en el caso de su esposa, Amalia Stella Echegoyen, no se dispone de muchos datos sobre su trayectoria de vida. La pareja tenía un hijo y, para la época en que sufrieron el secuestro, vivían en Córdoba, en Sobremonte.

Los registros de su secuestro dan cuenta que era Técnico Químico o Petroquímico y militante del PRT-ERP. Fue detenido y desaparecido por el Ejército.

Tuvo como primer destino el centro clandestino de detención, torturas y exterminio “La Perla”. Se sabe que luego fue trasladado de Córdoba a Mendoza. Coinciden en esta versión la declaración testimonial de Teresa Meschiatti en la Megacausa La Perla y los dichos del entonces jefe del D2, Pedro Sánchez Camargo, quien en 1986 declaró ante el juez federal que Hugo Pacheco estuvo detenido en los calabozos del D2.

Carmen Difonzo de Pacheco, mamá de Hugo, fue una de las Madres de la Plaza de Mayo de Mendoza.

Hugo cumplió 23 años el mismo día de su secuestro.

El EPM colocó diez Baldosas por la Memoria

21-06-2021 | A 45 años de los procedimientos destinados a destruir totalmente la conducción de Montoneros en Mendoza, inauguramos diez baldosas en la explanada del EPM exD2 que recuperan la memoria de diez compañeras y compañeros desaparecidos.

Esta es la segunda etapa del proyecto Baldosas por la Memoria que se propone instalar en la explanada del EPM exD2 baldosas con los nombres de todas las personas asesinadas y/ desaparecidas en Mendoza en el marco del terrorismo de Estado. La baldosa inaugural fue colocada en septiembre de 2020, en el quinto aniversario del Espacio. Las primeras diez se inauguraron en diciembre pasado.

La actividad se realizó sin convocatoria pública por resguardo ante la pandemia COVID-19. Solo participó la familia de Juan Carlos Charparín, que reside en la provincia.

Las historias de las baldosas que se inauguran

A principios de 1976, las fuerzas represoras desplegaron operativos para desbaratar  las estructuras cercanas a Montoneros y algunos de sus cuadros. El Partido Peronista Auténtico —que intentaba la legalización— fue embestido, al igual que la corriente sindical de ATE de la cual participaban integrantes de la Juventud Trabajadora Peronista. Hacia junio y julio de ese año, con la dictadura ya consolidada, el aniquilamiento apuntó a la destrucción total de la conducción de Montoneros en Mendoza.

El 1 de junio fue secuestrado Dante Ángel Marchi, conocido como “el Gordo Pipi”,  dirigente del Movimiento Villero Peronista de Córdoba que se encontraba oculto en Mendoza. Los procedimientos se extendieron a personas cercanas que consiguieron sobrevivir. A partir de sus testimonios fue posible reconstruir las posteriores desapariciones, entre ellas la de de Ricardo Luis Sánchez Coronel, detenido el 2 de junio. 

Avanzado junio se produjeron los procedimientos que descabezaron la organización: Jorge Vargas Álvarez, histórico militante de FAR-Montoneros, fue secuestrado el 12 de junio con su familia. El 17 de junio cayeron Francisco Urondo junto a su compañera Alicia Raboy, quienes fueron víctimas de una cita envenenada, es decir, conocida por los represores.  En estos casos, niñas muy pequeñas fueron secuestradas junto a su padre y su madre y sometidas a terribles escenarios. Vinculados con estas capturas, desaparecieron —en un lugar indeterminado—, Rosario Aníbal Torres y Jorge Lubino Amodey.

Ya en julio el operativo recayó sobre militantes que se refugiaron en Mendoza provenientes de San Juan. A principio de mes cayó Domingo Britos, el 12 y 13 secuestraron y desaparecieron al matrimonio integrado por Rafael Olivera y Nora Rodríguez Jurado, dos sus hijas también sufrieron la detención.

A continuación repasamos sus historias y trayectorias de vida, a 45 años de su desaparición.

DANTE ÁNGEL MARCHI BENA – 26 AÑOS

Nació en Córdoba, lo conocían como “el Gordo Pipi”. Era soltero y se desempeñaba como obrero municipal. Según testimonios de sus compañeros y compañeras, era un muchacho grandote, criollo, que venía de cuna humilde. Se caracterizaba por ser una persona muy querible y respetada por su compromiso y dedicación al trabajo social en los barrios periféricos. Tenía gran llegada y capacidad de movilización de la gente de la zona. Era un líder natural que participó de la creación del Movimiento Villero.

Inició su actividad política a principio de los 70 como militante de base de la Juventud Peronista y luego se integró a Montoneros. Dada su exposición debió abandonar su ciudad en 1975 y se instaló en Mendoza. Aquí fue secuestrado en circunstancias imprecisas el 1 de junio de 1976, lo trasladaron a Córdoba y fue visto en el centro clandestino de detención La Perla.

JORGE VARGAS ÁLVAREZ – 33 AÑOS

Nació en San Juan, era un conocido abogado laboralista que prestaba sus servicios al sindicato minero local AOMA y en defensa de los derechos de las y los trabajadores de distintos sectores laborales. 

Era de contextura mediana. Sus compañeras y compañeros lo recuerdan como una persona cuidadosa en su aspecto, que se expresaba con solvencia y evidenciaba su formación académica. Siempre dispuesto al diálogo, tenía amplios conocimientos generales y una sólida formación política. Integró las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y fue miembro de su conducción.  

Después de un intento de secuestro en 1971, fue detenido por la dictadura de Lanusse y liberado con la amnistía de mayo de 1973. Regresó a San Juan y retomó su actividad profesional, pero cuando arreciaba la represión de la última dictadura se trasladó a Mendoza. Por esos días estaba casado con María Luisa Sánchez y tenía dos hijas; luego tuvieron a la tercera. La familia se alojó en la vivienda del matrimonio de Alicia Morales y Juan José Galamba, en la capital mendocina. El 12 de junio Jorge salió de la casa y nunca regresó. Ese día allanaron el domicilio y secuestraron a las mujeres con sus hijas e hijo: su destino fue el D2. En sus calabozos la esposa lo vio —herido y torturado— por última vez.

ROSARIO ANÍBAL TORRES – 36 AÑOS

Nació en Paso del Río, departamento de San Martín, San Luis. Provenía de una zona semirrural y se desempeñó como chofer de colectivos en la empresa provincial. Era soltero y llegó a Mendoza en 1975 debido a la persecución sufrida en su lugar de origen. 

Poco se sabe sobre su vida personal pero trascendió su larga y conocida trayectoria política: formado al calor de la proscripción del peronismo, se abocó a la militancia en esa corriente. Fue integrante del Peronismo de Base y participó activamente en la campaña del Luche y Vuelve que llevó a Hector Cámpora a la presidencia de la Nación. En ese marco fue candidato a diputado por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). Fue designado jefe —civil— de Policía de San Martín por el gobernador Elías Adre pero, debido al avance de la derecha dentro del gobierno, tiempo después sufrió una detención. Entonces se integró a Montoneros y optó por salir de San Luis. 

Según testimonios, en junio de 1976 compartía vivienda con una pareja también militante, en Godoy Cruz. Entre el 12 y el 17 dejó su moto Zanella en la casa de un amigo —coterráneo y también chofer—; desde ese momento está desaparecido. No se sabe dónde ni cuándo fue secuestrado. Sin embargo, sobrevivientes pudieron escucharlo dando vivas a Perón dentro del D2 cuando era castigado con ensañamiento por los policías. Presumiblemente murió en ese centro de detención a causa de las torturas.

DANIEL SOPRANO JARA – 35 AÑOS

Nació en el partido de General Pueyrredón, provincia de Buenos Aires. Vivía y militaba en Mar del Plata y llegó a Mendoza huyendo de la persecución en su ciudad de origen. Había formado pareja con María del Carmen Caballero a principios de 1975, se casaron y tuvieron una hija.

Hizo camino militante dentro del peronismo revolucionario. En 1974 lo sorprendieron haciendo una pintada de Montoneros y fue detenido. Al recuperar la libertad, la organización lo destinó a Mendoza junto con su compañera. Ella regresó a Buenos Aires cuando quedó embarazada. Él permaneció en Mendoza y fue secuestrado el 17 de junio de 1976, en coincidencia con los procedimientos contra varios cuadros políticos lanzados del peronismo por esos días.

FRANCISCO REYNALDO URONDO INVERNIZZI – 46 AÑOS

Nació en Santa Fe el 10 de enero de 1930. Era poeta, periodista, académico y militante de Montoneros. Tuvo dos hijas y un hijo: Claudia, Javier y Ángela. Claudia es una de las treinta mil desaparecidas.

Militante cultural, rupturista en su modo de pensar al arte y la función social de la poesía. Fue director de la sección Arte Contemporáneo del Instituto Social del Departamento de Acción Cultural de la Universidad Nacional del Litoral y Director de Cultura de su provincia, desde donde articuló con numerosas personas referentes y comprometidas de la arquitectura, pintura, escultura, teatro, cine, literatura. 

Fue asesinado en una emboscada el 17 de junio de 1976, en Mendoza. Estaba junto a su pareja, Alicia Raboy; la hija de ambos –Ángela, de once meses– y la militante Renée Ahualli. Urondo murió de un culatazo en la cabeza; Alicia fue desaparecida. A Ángela, su madre la salvó dejándola en un corralón de donde la policía se la llevó, la entregó a Casa Cuna y luego la madre de Alicia logró recuperarla.

ALICIA CORA RABOY LISTINGART – 28 AÑOS

Nació el 14 de enero de 1948 en Buenos Aires. En la militancia le decían “Lucía”. Estudió Ingeniería Naval, militó en el Partido Comunista (PC). Luego se incorporó al peronismo combativo, militó en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). También pasó por la Agrupación Evita de la Rama Femenina. Finalmente formó parte de Montoneros. Era periodista, trabajó en el diario “Noticias”. 

Junto a su compañero, Francisco “Paco” Urondo, y su hija Ángela, vinieron a Mendoza, enviados por la organización. El 17 de junio de 1976, Alicia fue secuestrada y desaparecida en una emboscada en Guaymallén. Estaban “Paco”, quien fue asesinado; y su hija, a la cual intentó salvar dejándola en manos de los dueños de un corralón. Pero la policía luego retiró a la niña, la llevó al D2 y la entregó a Casa Cuna, de donde la madre de Alicia la recuperó. También estaba la compañera de militancia René Ahualli, sobreviviente del operativo. 

A Alicia la habrían llevado al D2, luego no se supo más de ella.

DOMINGO BRITOS GARRO – 24 AÑOS

Nació el 2 de noviembre de 1952 en San Luis. Era maestro en la Dirección Nacional de Educación del Adulto y estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad de San Juan. Fue presidente del Centro de Estudiantes y realizaba tareas de alfabetización en barrios populares de esa provincia. Tenía un hijo y una hija. Ella relata que para “la gente que lo ha conocido era una persona muy justa, que siempre estuvo atenta a lo solidario, siempre le dolía en lo más profundo la injusticia…”. Ha sido reconocido tanto en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan como en la ciudad de Villa Mercedes, donde una calle lleva su nombre. 

Era alto, morocho, delgado y de voz gruesa. Militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. Cuando llegó a Mendoza, se unió al trabajo social con el cura jesuita Llorens en el Barrio San Martín. Fue secuestrado en esta ciudad el 2 de julio de 1976. Según el testimonios de sobrevivientes, habría estado en el D2 hasta su asesinato.

RAFAEL OLIVERA PALACIOS – 29 AÑOS

Nació el 16 de abril de 1946 en Capital Federal. Le decían “Palito”. Era el séptimo de los once hijos e hijas del matrimonio formado por Jorge Olivera —médico del Ejército— y Fanny Palacios —sobrina del socialista Alfredo Palacios—. Era buen deportista, jugaba al fútbol y al rugby y era hincha de Boca. Además, disfrutaba escuchar folklore. 

Rafael fue parte de la Acción Católica Argentina y realizó sus estudios en sociología en la Universidad Católica Argentina, donde conoció a Nora Rodríguez Jurado, con quien se casó en 1969. Luego de graduarse, la pareja obtuvo una beca de estudios en Alemania. Allí nacieron dos de sus cuatro hijas: Ximena y Soledad. Luego vendrían las dos más pequeñas: Rosario y Guadalupe. Volvieron a la Argentina en 1972, se fueron a vivir a San Juan y trabajó como profesor de la Universidad Nacional de Cuyo. 

Rafael tenía un carácter fuerte, opiniones claras y las expresaba con pasión. Él y Nora militaban en Montoneros y adherían a la teología de la liberación. A fines de 1974 la familia Olivera-Rodríguez Jurado fue trasladada a Mendoza, donde se vincularon con el sacerdote jesuita “Macuca” Llorens y su trabajo social en el barrio San Martín.

El 12 de julio de 1976 Rafael tomó la bicicleta de su casa y salió a la calle. Iba a una reunión cuando un hombre agazapado trató de detenerlo. Rafael intentó escapar pero fue herido en una pierna, golpeado en la cabeza y secuestrado en un auto. Al otro día fue secuestrada su compañera, Nora. Un tiempo después la familia de Olivera viajó a Mendoza y pudo recuperar  a las cuatro niñas.

NORA ERCILIA RODRÍGUEZ JURADO BYRNE – 29 AÑOS

Nora nació el 11 de junio de 1946 en Puerto Belgrano, provincia de Buenos Aires. Vivió durante hasta su adolescencia en el barrio Colegiales. Jugaba al hockey, era muy sociable y tenía muchas amigas. 

Estudió Sociología en la Universidad Católica Argentina. Allí conoció a quien sería su marido y padre de sus cuatro hijas: Rafael Olivera. Se casaron el 25 de octubre de 1969 en San Benito, Ciudad de Buenos Aires. Luego de recibirse, obtuvieron una beca de estudios y vivieron en la ciudad alemana de Bielefeld. 

Cuando volvieron a Argentina, en 1972, se afincaron en San Juan. Allí Nora se desempeñó en la Secretaría de Economía. Militaba en la Juventud Peronista y Montoneros. La pareja era fuertemente perseguida por las fuerzas represivas, por lo que se mudaron a Mendoza. Aquí, Nora colaboró con el padre José María “Macuca” Llorens en el barrio San Martín, en el naciente proyecto de la escuela del barrio.

El 13 de julio de 1976 Nora fue secuestrada por un comando. Se hallaba a metros de su casa haciendo unas compras con su hija mayor, Ximena. En el automóvil pidió volver por Guadalupe, de once meses, que había quedado en la casa. Los secuestradores tenían a la bebé consigo. Nora y sus dos hijas fueron llevadas al D2 mientras que las otras niñas quedaron en el jardín al que acudían, bajo el cuidado de las docentes. Las niñas fueron recuperadas poco tiempo después por la mamá de Nora y los abuelos paternos.

JUAN CARLOS CHARPARÍN BENEDETTI – 32 AÑOS

Nació el 9 de junio de 1944 en Luján de Cuyo. Le decían “Chato” y trabajaba de chofer. Estaba casado con Isabel Membrive, ambos militaron en la Juventud Peronista, en el Peronismo de Base y se sumaron a Montoneros en Mendoza. Tenían una hija y un hijo: Claudia y Cristian. Juan Carlos estaba reconocido como ciudadano español.

El 19 de julio de 1976 un grupo de tareas atacó su casa, en Guaymallén. Logró resguardar a su su hija y a su esposa, Isabel Membrive, quien casi dos años después también fue secuestrada y desaparecida. Juan Carlos enfrentó a la patota desde atrás de un auto y finalmente fue asesinado a balazos. Hay datos de que habría sido ingresado al Cementerio de Ciudad como NN.

Día de los Derechos Humanos: el documento del EPM y baldosas por la memoria

15-12-2020 | El EPM ex D2 comparte un documento leído durante la inauguración de Baldosas por la Memoria, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos y un nuevo aniversario de la restauración democrática en Argentina.

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10 de diciembre 2020

El 10 de diciembre celebramos el 72 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, carta de Naciones Unidas que reconoce los derechos inalienables de toda persona, independientemente de su origen, creencias o condición social, y le pone así límites al poder. Consagra el concepto de igualdad entre los seres humanos y de libertad en el sentido más amplio.

La Declaración habilitó la creación de instrumentos internacionales a los que los pueblos pueden recurrir cuando son vulnerados sus derechos y son de cumplimiento obligatorio por parte de los Estados firmantes. Argentina adhirió a las convenciones y pactos que los garantizan.

Asimismo, para nuestra nación, la fecha es particularmente significativa porque un 10 de diciembre de 1983, con la elección de Raúl Alfonsín, se coronó el fin de la dictadura y la restitución de la democracia. Llegaron nuevos aires para quienes transitamos la lucha en defensa de la vida y la libertad.

Particularmente, para los organismos de derechos humanos, este es un día cargado de significados, un día de movilización, porque remite al 10 de diciembre de 1977, fecha en que secuestraron a la referente de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor. Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, habían sido desaparecidas dos días antes. La arremetida buscaba silenciar los reclamos por la aparición con vida de las y los desaparecidos durante el terrorismo de Estado e intimidar a quienes se manifestaban. ataque

La embestida, lejos de detener a los familiares que buscaban datos y pistas sobre el paradero de sus seres queridos, les dio empuje y fortaleza y, con el paso del tiempo, nuevas organizaciones enriquecieron sus planteos. Las Marchas de la Resistencias -24 horas en torno a la pirámide de Plaza de Mayo-, celebradas cada 10 de diciembre, fueron la cita obligada de la ciudadanía que sentía como propias las demandas del movimiento de derechos humanos.

El EPM exD2, que el 10 de diciembre de 2015 realizó su primer acto público como Espacio recuperado en esta explanada, lleva en su seno la esencia de aquella lucha, porque quienes lo habitamos sabemos de la muerte rondando las calles, del miedo y la desesperación de la búsqueda. Lo conocemos por experiencia propia o porque nos atraviesa y ocupa nuestra historia reciente.

En ese sentido, intentamos ser fieles al propósito de la ley nacional de Sitios de Memoria, una iniciativa nacida de las políticas de Estado lanzadas durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que nos posibilitó instalarnos en el corazón mismo de la represión. Así, el pasado se hace presente en cada iniciativa que lanzamos. Recogemos la consigna de Memoria, Verdad y Justicia como constitutiva de este espacio y orientadora de nuestra tarea. Ponemos todo nuestro empeño en develar la trama oculta de lo sucedido en Mendoza durante los movidos años de la segunda mitad del siglo pasado y transmitirlo a las nuevas generaciones.

En este camino, inauguramos en este diciembre las diez primeras baldosas de nuestro proyecto Baldosas por la Memoria, que se propone crear un mar de memoria y reivindicación de nuestros compañeros y compañeras desaparecidas y asesinadas de y en Mendoza durante el terrorismo de Estado. Estos primeros 10 nombres corresponden a algunas de las personas que fueron víctimas del D2.

Asimismo, en aras de la Justicia, seguimos de cerca los procesos que ponen a los crímenes de lesa humanidad en el centro de la escena. Un asunto que dio sus primeros pasos con el Juicio a las Juntas durante el gobierno de Alfonsín y tomó impulso en la primera década el 2000 para quedarse… hasta que siga con vida el último genocida.

La Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), a cargo de la fiscal federal Ángeles Ramos, en septiembre pasado realizó un relevamiento sobre el estado de los juzgamientos a nivel nacional. El documento da cuenta de que, desde la apertura de los juicios, se registran un total de 3329 personas investigadas por delitos de lesa humanidad y 997 sentenciadas a distintas penas, aunque solamente el 30 % de ellas tienen condena firme. Durante 2020 se sumaron condenas, aun en pandemia, y sobrepasan las 1000.

En Mendoza hemos tenido que lidiar con el espaciamiento de las audiencias de los juicios locales y bregar por su celeridad, así como solicitar la reconsideración de algunas prisiones domiciliarias incomprensibles. Pero el noveno juicio sigue adelante.

Queremos destacar que este es un año especial. La pandemia nos negó la cercanía física, el debate cara a cara, el abrazo compañero; sin embargo, seguimos trabajando sobre la base de los tres pilares que nos constituyen y son nuestra razón de ser. Además sostenemos la mirada atenta a los sucesos actuales y nos involucramos cuando se violan derechos, se vulneran garantías o se insulta a la dignidad humana, sucesos por los que los poderes del Estado deben responder.

La Red de DD. HH. de Mendoza, que nació en esta casa, este 10 de diciembre cumplió un año. Sus integrantes se han puesto al hombro la enorme tarea de intervenir con celeridad frente situaciones violatorias y en la protección de los derechos básicos. Celebramos su existencia porque nos hermana un mismo propósito que promete un largo camino compartido.

Finalmente, queremos hacer una exhortación muy especial. Hemos heredado del macrismo la judicialización de la política para dejar fuera de juego y en la cárcel a la oposición. Esta funesta práctica llega hasta el presente, por eso nos sumamos a las organizaciones hermanas para exclamar:

El EPM exD2 pide NAVIDAD SIN PRESAS Y PRESOS POLÍTICOS.

Inauguración de diez Baldosas por la Memoria:

LUIS  MORIÑA – 21 AÑOS

Luis “el Chino” Moriña era firme y vehemente. Desde la casa materna en la cuarta sección se dirigió al Colegio Universitario Central y de allí a la Facultad de Medicina. Con los oídos bien abiertos a la gente vulnerada frecuentó el barrio Flores y asistió sus necesidades. Exigente consigo mismo, fue un excelente estudiante; simultáneamente, promovió la agrupación Tupac y se sumó a Vanguardia Comunista. Cuentan que cuando lo arrancaron de su hogar iba cantando La Internacional. Pasó por los calabozos del D2 pero su destino final lo encontró en una dependencia del Ejército, en Campo Los Andes.

El Chino Moriña se plantaba firme frente al poder, como aquellos que saben muy bien lo que quieren

SILVIA PERALTA DE FERREYRA – 22 AÑOS

Silvia nació en Córdoba, la apodaban Pohebe. Ingresó en la Facultad de  Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba y se empleó en el Colegio de Escribanos de esa ciudad. Siendo jovencita conoció a Diego Ferreyra, pronto se casaron e ingresaron en el PRT/ERP. La pareja se trasladó a Mendoza con la intención de impulsar esa organización a nivel local. 

En un hecho confuso, fue detenida por personal del D2 y salvajemente  torturada en sus dependencias. Tiempo después obtuvo su libertad y regresó a Córdoba. En su ciudad natal fue nuevamente secuestrada y desaparecida junto a su esposo, un par de meses después. 

Con las convicciones inalterables, Pohebe se fue de estas tierras para retomar la lucha.

MARCOS IBÁÑEZ – 30 AÑOS 

Marcos era de contextura pequeña, menudo e inquieto como ardilla. Puntano de nacimiento, se afincó en Mendoza.  Se desempeñaba en la torre de control de la Terminal de Ómnibus de Mendoza desde donde manejaba los semáforos, los carteles, la radio, las señales electrónicas; se encargaba del ingreso y egreso de vehículos y representaba a los trabajadores del lugar ante la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Militaba en la Juventud Trabajadora Peronista que formaba parte de Montoneros. Dentro de la organización, Marcos era conocido con el seudónimo de “Martín”.

Fue secuestrado en un operativo orquestado por el D2 contra sindicalistas y militantes de aquella organización, y sometido a graves tormentos. Su último destino fue la Unidad 9 de La Plata, donde fue asesinado en una celda de castigo. Los responsables fueron juzgados y condenados a prisión perpetua.

Marquitos, fiel a sus bases, es recordado por sus compañeros y compañeras como un  protagonista de las luchas sindicales que hicieron historia en la Mendoza de los 70.

MIGUEL ÁNGEL GIL – 32 AÑOS

Miguel Angel nació en Mendoza, era morocho y fornido, trabajaba en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) y era delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Dicen quienes lo conocieron que era un hombre generoso, buenazo, de pocas palabras e ideas claras. 

En tiempo de vaqueros y melenas, mantenía las formas clásicas: pantalón con raya al medio, camisa y zapatos de vestir. A la vez, era un habilidoso jugador de fútbol, muy requerido en distintos ámbitos. Desde la tarea sindical se integró a la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y se acercó a Montoneros. Secuestrado por policías, en el D2 fue sometido a horribles torturas que lo llevaron a la muerte. 

Sensible a los gustos y al sentir popular fue un militante incansable, siempre dispuesto a dar una mano. 

SANTIAGO  ILLA– 23 AÑOS

Santiago, apodado Chiche, nació en Mendoza pero se crió en San Rafael.  Era alegra y sociable, muy afecto a todo tipo de lectura pero con sensibilidad especial por la literatura: solía escribir poesía. También disfrutaba del cine innovador de los 60, practicaba rugby y era fan de los Beatles. Siendo aún adolescente empezó un romance con Silvia Faget, se casaron y tuvieron una hija y un hijo. 

En San Rafael, su padre era un conocido periodista, lo que le facilitó ingresar en esa profesión tempranamente. Escribió para distintas publicaciones y desembocó en la prensa partidaria al incorporarse al PRT- ERP en 1974.

Antes del golpe fue detenido en su domicilio, luego fue trasladado a Mendoza y alojado en el D2 hasta que finalmente pasó a la Penitenciaría, ya inscripto legalmente. 

En medio del operativo contra el PRT-ERP de mayo-junio del 76, fue sacado de la cárcel y entregado al Ejército en el Liceo Militar Gral. Espejo. Desde ese momento no se supo más de él. La escuela de la Penitenciaría lleva su nombre.

Santiago tenía un agudo ojo crítico para analizar la realidad y avidez por encontrar herramientas para transformarla. 

ROBERTO  BLANCO– 36 AÑOS

Roberto había nacido en Córdoba y tenía una conocida trayectoria dentro del peronismo. Perteneció a la Juventud Sindical y llegó a desempeñarse como el Secretario de Transporte de la provincia durante la intervención del General Pedro León Lucero, a fines de 1975. Fue detenido ilegalmente por personal del D2 el 17 de enero del 76, fue sometido a tormentos y una semana después fue liberado. A los tres meses, el multicondenado oficial de policía Armando Fernández le dejó una citación. Blanco se presentó en el D2 en su propio auto, acompañado de un amigo que quedó a la espera. Según este testigo, lo vio entrar pero nunca salió. 

Su inesperada desaparición sembró miedo y desconcierto entre sus amistades que mucho lo apreciaban.

DANIEL MOYANO –  22 AÑOS

Daniel nació en Mendoza, en el seno de una familia donde se vivía el día a día porque los ingresos eran escasos. Hizo el secundario en la escuela Pouget y luego se trasladó a La Plata para ingresar temporalmente a la destilería de YPF. Allí tuvo su primer contacto con la militancia política. De regreso a Mendoza, se inscribió en la escuela de Comunicación Colectiva y entró en el PRT-ERP.

Daniel contaba con varios amigos con los que compartía su gusto por los Beatles y el rock. Los jóvenes trabajaban ocasionalmente en el boliche “Aloha” donde él hacía las veces de disc jockey . 

Apasionado y rebelde, a través de sus charlas fue acercando a sus amigos a la Juventud Guevarista. En mayo de 1976, el grupo fue objeto de una razia y alojado en dependencias del D2. Allí, Daniel Moyano fue escuchado gritando su nombre y nunca más se supo de él.

Desde el blanco y negro de una foto, con los ojos brillantes, Daniel nos sonríe grande, como anunciando que llegará el ansiado horizonte de las y los iguales.

EDESIO VILLEGAS – 29 AÑOS

Edesio nació en San Luis, pero a principios de los años setenta ya trabajaba, estudiaba y militaba en Mendoza. Sus compañeros y compañeras lo apodaban Manzanita. Junto a ellos protagonizó históricas jornadas en asambleas y manifestaciones organizadas por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), a través de las cuales se coronaron de conquistas laborales. Era empleado de la Dirección de Comercio de la Provincia y su delegado sindical.

Vivía centrado en la transformación de cada espacio que habitaba. Estudió periodismo en la Escuela Superior de Comunicación Colectiva e impulsó el Centro de Estudiantes junto a sus compañeros y compañeras. Tenía una actividad política muy intensa, particularmente en la estructura sindical de Montoneros. Fue secuestrado en el domicilio que alquilaba y visto en el D2, cuando agonizaba.

Edesio nació a la militancia bregando por la democracia sindical y sigue estando…  Se lo presiente en el impulso y la voz de las trabajadoras y los trabajadores.

RICARDO SÁNCHEZ CORONEL – 30 AÑOS

Nació en Capital Federal pero eligió radicarse en Mendoza. Era bromista, muy amiguero, discreto y leal.  Le gustaban los animales y siempre tenía una caricia para los perros. Por sobre todo amaba a sus hijos. Era un sentimental que lloró a cántaros la muerte de Perón, como si anticipara una catástrofe. 

Trabajaba en el sector Mayordomía del Banco de Mendoza y, a la vez, era miembro activo de la Asociación Bancaria. Asimismo, pertenecía a la Juventud Trabajadora Peronista (JTP),  estructura sindical vinculada a Montoneros. Fue secuestrado en su lugar de trabajo y trasladado al D2 donde un compañero lo vio muy lastimado pero con vida.

Aunque el ambiente se volvía amenazante, Ricardo siempre sonreía, era un hombre feliz, dispuesto a avanzar con alegría hacia el horizonte deseado.

MARIO  SUSSO –  32 AÑOS

Mario Susso, para los cercanos apodado “el Negro”, venía de familia trabajadora y supo ganarse la vida  para poder estudiar en la Universidad Tecnológica Nacional. Tenía gustos populares: empanada, asado, vino y guitarra. Al impulso de movilizaciones como el Mendozazo, fue creciendo su afinidad con las ideas de izquierda e integró el Partido Comunista Revolucionario. Era un conocido militante que se expresaba abiertamente en la UTN y despertaba la insidia de los grupos de ultraderecha; personal del D2 lo detuvo por unos días. Un par de meses después su cuerpo apareció, muerto a balazos, en el límite de Las Heras y Ciudad.

Un ataque artero de la derecha truncó su camino.